viernes, 21 de abril de 2017

El horizonte que tú quieres

Noche fría. No pude disfrutar plenamente de la presentación del libro. Primero porque fue demasiado extensa y como no se hizo en un bar, no pudimos templarnos con un café. Y después porque te tuve presente todo el tiempo. Mi adolescente quiero que seas feliz con tu carrera. Los ideales no existen, porque son eso, utopías. Sé que en esa película "Encantada" la protagonista habla de creer en nuestros sueños, y cómo los adultos descreemos de ellos. Pero todo sueño requiere de preparación. Son las bases, los complementos. Ayudan a que el sueño se consolide. Son como los huevos de una torta. Hay cosas que se necesitan para una buena receta.
Si pudieras verlo así, sería más fácil.
Un actor además de práctica, más se enriquece cuando aprende y lee. Esas disciplinas alternas también lo constituyen. Para que no sea un cerebro hueco.

No sé... es lo que pienso.

En otros países la Universidad gratuita no existe. Por eso, ¿cómo no aprovechar esta oportunidad en el "mientras tanto"?

Nutrirte culturalmente suma, no resta. Y la capacidad de estudio se ejercita. El cerebro es un músculo, si no se lo utiliza pierde la agilidad. La práctica mantiene las neuronas en movimiento.

En mis viajes aprovecho a leer uno de los libros que te compré en la costa, cuando disfrutábamos del mar y las playas en Pascuas. Y gracias a vos descubrí a Stanislavsky, un genio escribiendo. Es como estar ahí, viviendo todo: sus comienzos, sus primeras clases de teatro, sus ensayos, y su primer director que le enseñó todo, tan hábil para hacerles descubrir sus errores y sus aciertos. Más de una vez casi me paso de la parada leyendo. Porque me atrapa, me hace reír, deduzco y aprendo.

Ten paciencia, que el estudio son como ladrillos que se acomodan en tu mente para hacer más sólidas todas tus posibilidades, siempre con la mira puesta en el horizonte. Ese horizonte que tú quieres.