miércoles, 23 de mayo de 2018

Las Aparicio, curso acelerado de amor expreso

Estoy haciendo un curso acelerado con «Las Aparicio». Entras a la pecera de Netflix y se acabó el mundo. No existen más los noticieros, ni nada que se le parezca. Ya no prendo más el televisor, salvo a la mañana cuando me despierto. Me gusta ver a Favale (¡cómo se cuida con la dieta! ...todo lo que a mí me cuesta). Veo la temperatura y no siento que soy la única que se levanta tan temprano.
Ahora yendo a Mardel.
Pronto estaremos con el curso de stand up, una forma de decir ridiculeces legalmente. En realidad, de buscar el opuesto de lo que hace más de veinte años vengo haciendo: escuchar los problemas de la gente.
 ¿Les dije que ya no los aguanto más?
Me quiero reír, es lo único que quiero en esta etapa.
Hacer la vida sencilla, ligera, alegre.
Ahora mis ojos se despejarán en el paisaje del viaje.
Y seguiré con mis lecciones de la serie «Las Aparicio» para volver a creer que todavía se puede.



sábado, 12 de mayo de 2018

Tokio, Nairobi, Ely....

Acabo de descubrir que la remera roja que me he puesto, tiene una explicación. Ahora entiendo esa lista de ciudades que tiene impresa. Y sin querer la puse en la portada de este blog.

Son los nombres claves de los personajes de la serie «La casa de papel».

¿Qué tienen esos protagonistas que rayan el límite de lo prohibido?

Que encuentran el amor sin quererlo.
Es que todos deseamos amar.

Ese rojo que enciende la imaginación. Donde los sueños se encuentran con escollos pero que puedes zigzaguear.

Valiente el que pide amor.
Jugoso, quien lo da.

Todas las opciones están.
Todas las oportunidades por buscar.

La vida es buscar.
Sin tapujos.
Todo se puede encontrar.
También el amor, aunque hace mucho que parece hacerse desear.


viernes, 11 de mayo de 2018

¿Dónde encuentro o cómo busco la canela de la vida?

No dormí en toda la noche viendo «La casa de papel», la segunda temporada. La primera la vi hace un par de días, con los ojos abiertos hasta las 4 de la madrugada. Sin duda, no puedo ver Netflix durante la semana, porque eso implica trasnochar e ir a trabajar sin dormir nada.

El dinero, el tiempo, el amor, el mundo financiero (bicicleta, curro, o como le llames) son algunos temas de esta serie. Pero el principal es esa desigualdad de oportunidades, de riqueza y de clases sociales.

La equidad parece algo difícil en este mundo. Pero nos acostumbramos a ello, y sobrevivimos como si fuera parte del juego y no le damos importancia.

Mientras tanto, conectarme con el mundo real me cuesta mucho. Quizá por falta de fe, porque no me ilusiono o no sueño como antes. Y no se cómo recuperar esa chispa que me hacía buscar gente, tener sueños, o desear enamorarme.

 Paralelo a esto, tengo un síntoma que ha aparecido después de un par de noticias que me shokearon. No sé si es real o si estoy somatizando.

La indiferencia es lo más fuerte en este momento. Me siento inmunizada a cualquier sentimiento, y a la vez, mi sensibilidad es tan fuerte que no deseo exponerme a nada.

Quiero pensar que puedo cambiar esto, que puedo ser un humano con las sensaciones, las ganas y las posibilidades que experimentaba antes de que me lastimaran.

Necesito saber que del otro lado pueda haber alguien que me entusiasme, que provoque en mí ese deseo que he perdido, porque siento que la vida sin amor no tiene gusto a nada.

domingo, 6 de mayo de 2018

¿Hacia dónde voy?

En estos días leí un libro hermoso de Elizabeth Kubler-Ross.
Hace un par de días, un amigo del grupo de Dover murió, luego de unos llamativos spots en su Facebook, de un paro cardíaco mientras dormía.
Hace tres semanas, mis padres han ido a la Virgen de Salta en busca de un milagro.
Estando en casa de una amiga, me llamaba la atención un libro que veía, de lejos, en la biblioteca, sin llegar a distinguirlo. Luego de un incesante lapso de curiosidad, me acerqué a verlo: «La rueda de la vida».
No sé si es todo junto, que de a momentos siento una ligera tristeza.
¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Seguir aburriendome o hacer algo distinto?
Me urge salir del letargo, y que algo me entusiasme. Es que ya ni siquiera se me ocurre enamorarme.

El living es un desorden. Tantos papeles para hacer los informes, que no se quieren ir a su lugar. No se quieren guardar. Están rebeldes. Ocupando una centralidad que no merecen. Desvirtuando mi mente para no pensar.
Me ahogo en un vaso de angustia, medio vacío o medio lleno. Depende de la perspectiva del día, o de la cantidad de lluvia caída.
Necesito un sol este domingo, que me invite a salir, a entibiar mis heridas.
Ponerme los rollers para sentirme libre, viva, con energía.
No se puede estar solo cuando el corazón tiene trizas.

¿Cómo hago para hacer durar al menos una dieta? Mantener una conducta que me ordene.

Gritar al viento que necesito libertad, que necesito un motivo para sostener una meta. Creo que bajando todos esos kilos que me pesan, recuperaría un estado de vigor que ahora no tengo. No sólo es la estética, ni el peso real que se carga a expensas del cansancio, sino una cuestión de autoestima y fuerza personal, que hoy necesito con desesperación. Porque verme bien y tratarme bien, es quererme.

Fluir, intuición, soledad, ideas nuevas... ¿Para dónde voy en este zig zigzag que me aprisiona, que me arroja del camino, que me hace trepar como sea para sentir que el aquí y ahora, tienen sentido?

La culpa es mía. Por quedarme en la chatura, por no creer en mis planes, que se esfuman con una brisa.
Sin plan, sin organizarme, sin disciplina, no pasa nada.
Las cosas no se hacen de repente. En este caso, necesito sostenerlo en el tiempo.

Debo hacer un viraje. Ángel de la Guarda, si estás ahí, ayudame, que sola no puedo.