miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 1: Esperar que cambie




Capítulo 1: Esperar que cambie


Advertencia: cuando leas estos relatos no te fanatices en desear que tu pareja sea perfecta, pues la convivencia “te despierta” del enamoramiento, ya que en el ámbito de lo cotidiano nos vemos tal cual somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.


Quiero llevar marido para que me “lo arregles” en terapia

Cuando Inés comenzó las sesiones, pretendía hacer terapia de pareja. Pero como quien demandaba la consulta era ella, preferí empezar en forma individual. Pues ya algo intuía sobre ese deseo, de traer a su esposo a la fuerza, para lograr que cambie.
Inés, no sólo había sido maltratada en su niñez, sino que había sufrido abusos sexuales de un integrante de su familia directa, quien también había mortificado a otras de sus hermanas. Su actual marido tenía todos los rasgos de un psicópata, es decir, un gran actor, un gran simulador. Amoroso frente a la escena pública, y un egoísta e indiferente total, puertas adentro.

“La química del amor se aprende en la infancia, si recibiste amor con tranquilidad y dulzura, sólo te enamorarás de quienes  te brinden lo mismo: paz y amor. En cambio, si recibiste indiferencia y maltrato, sólo tendrás química con quienes a la larga, te ignoren o te hagan sufrir”

Como Inés era una mujer de clase humilde, que trabajaba limpiando casas para ganarse el sustento y dar de comer y vestir a dos niños, comenzó el tratamiento postergando la lectura de la bibliografía recomendada por su situación económica, aunque le había dado escrito un resumen de los pasos de la recuperación.
En el transcurso de varias sesiones, Inés llegaba al consultorio, y soltaba la típica frase: “Pero no cambia…”, refiriéndose a su marido. Un hombre que gastaba su sueldo sólo para él: se compraba perfume, shampoo, ropa, y si algo sobraba quedaba para comprar alimentos, pero nunca nada específico que necesitaran sus hijos. Pues Inés, en su afán de amar demasiado, con el dinero ganado diariamente, compraba los alimentos, los útiles escolares, y algún otro calzado o ropa que los chicos necesitaran, ya que si esperaba que el marido lo hiciera… podían pasar años.
Como su actitud no se modificaba, volvía a explicarle, pero su obsesión era más fuerte que su capacidad de serenarse y escuchar, y parecía que cada sesión que pasaba ella seguía sin entender. Finalmente, un día al comenzar la sesión, se sentó con un gesto que aún recuerdo, diciendo: “Leí el libro, y por fin te entendí”. Es decir, Inés tuvo que recorrer con detalle, tanto las historias descriptas como las explicaciones teóricas, para darse cuenta que ella debía cambiar, y que nunca lograría cambiar a su marido… salvo que por efecto rebote de su propio cambio, algunas actitudes él llegara a modificar.
Con esto, también quiero significar que muchas veces, un buen libro tiene una voz neutra, donde ni siquiera es el terapeuta que lo dice. Por lo cual, disminuye la resistencia para poder entender de qué se trata y qué es lo que está padeciendo.
Por otro lado, un libro permite que se desencadenen varias funciones, como el pensamiento, la razón, la lógica, la asociación de ideas, pero de un modo, o a una velocidad tal, así como el paciente lo necesite, y lo regule. Ya que puede retroceder unas hojas si algo no comprendió, releer un párrafo que tal vez le impactó, y dejar de leer para reflexionar, cuando lo crea necesario.


(...)

Cómo arruinar una buena pareja:Lo quiero tanto, que lo ayudo en todo”

Es importante entender que si estás con un buen hombre pero persiste tu actitud de ayudarlo en demasía, provocarás efectos que se traducirán a la larga, en una relación en la que sufras. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque tu ayuda si bien, al principio, es agradable, se transformará en un modo de control hacia tu compañero, y además quedarás comprometida a sostener actitudes de solucionar todo, de ocuparte de todo, de estar disponible siempre, y cuando un día te des cuenta de ello y quieras hacer lo que te plazca, sin ser la servidumbre de la casa, te darás cuenta de que estarás atada por tus propias actitudes serviciales y controladoras.
Como ejemplo de esto, una paciente, Leticia, que estaba de novia con un buen hombre, le recordaba por mensaje de texto lo que él tenía que hacer. Por ejemplo, le avisaba que ese día vencía la cuota de su celular, entonces, como él estaba en su oficina, ella se ofrecía a pagarlo, a pesar de que estuviera ocupadísima con su estudio y su trabajo. Iba al cajero, hacía la cola, y efectuaba el pago, todo por ese amor incondicional que debía demostrarle.
Luego, terminaba recordándole y pagando el celular,  todos los meses. Y si alguna vez, quería dejar de hacerlo, su novio pensaba que ya no se ocupaba de él, como antes. Es decir, parecía que el amor se ponía en juego o en duda.
Como si fuera poco, cuando iba a pasar el fin de semana en casa de su novio, lo despertaba con el desayuno hecho, acción que nunca efectuaba él.
(...) continúa

Capítulo 2: Celos, sometimiento e infidelidad



Capítulo 2: Sometimiento, celos e infidelidad


Una esposa celosa provoca la separación

Recuerdo una paciente, María, que llegó a mi consultorio porque eran tal los celos que tenía por su marido, que él se cansó y se fue, después de siete años juntos. Ella tenía 25 años, y él era dos años mayor.
Revisando su historia infantil, había sido una niña muy caprichosa, y “encapsulada” por su madre. Incluso al comenzar la adolescencia, su mamá le replicaba: “Salí igual con las chicas, total yo me quedo acá, sola, esperándote”, con lo cual a veces, ella decidía no salir con sus amigas, por la culpa que sentía de dejar sola a su madre.
Obviamente que esta situación, se repitió con su pareja luego, pero a la inversa. La paciente no toleraba que la dejara sola, si tenía un encuentro de trabajo fuera del horario habitual o algo similar. Pretendía “encapsularlo”, tal como lo había hecho su madre con ella, durante su niñez y su adolescencia.
Si bien pudimos enlazar hechos de este tipo, otras anécdotas más sumaban en su padecer. Por ejemplo, cuando era niña, su padre llegaba tarde a causa de turnos extendidos o rotativos de trabajo, y ella con sus cuatro años insistía en  esperarlo despierta en el living hasta que llegara. Así fue que una vez lo había esperado hasta las tres de la mañana, y ni la madre ni nadie, logró convencerla para que se fuera a su cama a dormir. Es claro, que existía también una falta de límites para sus caprichos, que se agudizaron cuando se hizo adulta.
Cabe destacar que en la historia familiar infantil de María,  habían surgido ciertas infidelidades, alguna comprobada de la madre, y algunas supuestas del padre, dentro de las cuales la paciente había sido una pequeña testigo, y algo así como una investigadora privada en miniatura. Obviamente, esto era de gran peso en su vida adulta, pues mucho de lo vivido, hoy le hacía “ruido” por no decir que le sonaba en su cabeza como una desagradable orquesta.
Traté de persuadirla a utilizar Flores de Bach para sus celos, pero al principio se negaba. Finalmente, como lo había perdido todo, se resignó a implementarlas. Fue notable su mejoría al tomarlas, y cómo volvía a recaer cuando al tiempo,  pasaba unos días sin ingerirlas.
Su marido había soportado demasiado tiempo sus cuestionamientos, hasta que llegó al límite, ya que le hacía escena hasta cuando pagaba el peaje y “miraba” a la chica de la cabina para pagar el ticket. Recuerdo que en reunión de grupo, se dramatizó una escena en que viajaban en auto, su marido conducía, y ella le iba haciendo todos los planteos sobre quién lo había llamado por teléfono, o a quién miraba. La representación de este conflicto por parte de cada uno de los integrantes del grupo y el humor que le poníamos, le sirvió de mucho para ver su posición, y de qué manera lo asfixiaba con sus celos.
Poco a poco, la situación se modificó y él volvió a la casa. Pero ella nunca terminaba el tratamiento, cuando las cosas iban más o menos bien, dejaba de concurrir a sesión, y volvía al año cuando todo estallaba, por diferentes causas. Esas idas y vueltas, se produjeron tres o cuatro veces, en el lapso de seis años.
Demás está decir, que muchas veces los pacientes se dan de baja solos, cuando aún no han finalizado la terapia.
Si se compara un tratamiento psicoterapéutico con lo que pasa cuando un mecánico arregla un auto, podría decir, que algunos pacientes, como en este caso, apenas ven que el auto ya arranca se van sin consultar, y el mecánico sabe que falta arreglar muchas otras cosas, por lo cual el coche se quedará tarde o temprano. De ese modo, se manejaba esta joven, discontinuando el tratamiento.

(...Continúan más artículos en este capítulo)


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Capítulo 3: Hombres manipulados




Capítulo 3: Hombres manipulados


El metro sexual

Fabián era un joven de 21 años cuando inició la terapia. Amaba –por demás- a su novia de turno, y sufría por ello. Era un joven pintón, que siempre estaba impecable, y a la última moda. Su madre le decía que parecía un metro-sexual, y él se reía cuando me lo contaba. Sin embargo, Fabián era especialista en encontrarse todos los defectos. Quería operarse de todo, aunque ya tenía dos cirugías, en la nariz y en las orejas. En su afán de perfección, concurrió a los gimnasios, y para convertirse en mister músculo, comenzó a tomar anabólicos desde los 16 años, lo que le produjo, según manifestaba su madre, problemas hepáticos y hasta la caída de parte de su cabello.  Para disimular esto, siempre andaba con gorra o capucha, aunque siempre conservaba su estilo.
Tenía muchas chicas asediándolo, pero él sólo se enamoraba de la que lograba hacerlo sufrir, y las sesiones eran un vaivén de lamentos, dado sus elecciones.
Como todos los pacientes con esta problemática, se recuperó gracias a la terapia de grupo  y  al psicodrama,  más el apoyo de las sesiones individuales que le permitían
confesar sus miedos más íntimos y sus deseos de perfección por la imagen. Además, fue clave la terapia floral de Bach para poner límites y decir que “No”.
Recuerdo la vez que mencionó que por fin había conocido a una chica que tenía un horario específico para volver a su casa!. Era todo un acontecimiento para él, pues se quejaba que todas las jóvenes que iban a bailar estaban alcoholizadas, no tenían límites de sus padres, en cuanto a horarios ni lugares, y tampoco ningún control de con quién salían.
Fabián no era un tipo estructurado, nada más alejado de eso.  Si bien le gustaba estar a la moda, a la vez, le daba mucha importancia a los valores humanos. Aunque no lo parecía, era un joven muy sensible.
Durante todo el tratamiento, siempre mencionaba a una chica, con la que había salido un tiempo. En particular, tenía la intuición de que esa joven, era la novia que él reclamaba, y finalmente formalizó con ella. Si bien su recuperación no fue tan fácil, por sus idas y vueltas en la terapia, logró sobreponerse, y hacer el cambio, para darse cuenta que podía hallar una mujer que lo amara, sin hacerlo sufrir, y valorando su sensibilidad  ante todo.


(...Continúan más artículos en este capítulo)

Capítulo 5: Acciones



Capítulo 5: Acciones

Dejar de sufrir y amar sanamente

La experiencia en el consultorio marca, en general, un tiempo determinado para lograr el final feliz, como en los cuentos de hadas. Ese tiempo dependerá de tu trabajo en la terapia grupal e individual, de que no te olvides de tomar las Flores de Bach, y de que leas todas las historias con el fin de aprender. En las primeras semanas, se produce una lucha interna, entre tu obsesión por ese amor que te hace sufrir, y las nuevas pautas de este tratamiento. Entonces, como se detalló anteriormente, aprendemos a amar en la infancia, según cómo nuestros padres se amaron entre sí, y según cómo cada uno nos amó. Si en esa época, experimentaste maltrato o indiferencia, sólo sentirás “química” con personas que te recuerden lo mismo. Por eso, si no te va bien en el amor, no es mala suerte, sino que es necesario modificar el patrón de conducta en tu forma de amar. Es decir, dejar de sufrir y obsesionarte por alguien, para poder relacionarte y amar de una forma sana, desconocida para vos.
El requisito para comenzar este tratamiento –no convencional-, es que no es necesario que dejes a tu pareja ahora, si no quieres. Pero, si estás sufriendo golpes u otro tipo de violencia física, deberás pensar cómo protegerte, y en esos casos lo mejor será apartarte. Este consejo sobre no tomar decisiones sobre el futuro de tu relación de pareja, se debe a que si te apresuras, puedes equivocarte. Es decir, puedes llegar a reconciliarte inmediatamente con esa persona que te hace padecer, o buscarte incluso otra peor (aunque en apariencia, no lo parezca). Pero además, si piensas que hacer este tratamiento, implica que debes dejar a tu pareja, te producirá resistencia psíquica, y lo más probable es que abandones la terapia, el grupo y la lectura. Para dejar de sufrir y amar sanamente sólo debes abocarte a realizar los pasos que describiré a continuación, y que son aplicables tanto para hombres como para mujeres.
Es tu propio cambio, el que puede hacer que tu pareja cambie. Te parecerá raro, pues te has pasado explicándole lo que necesitas, sin resultado alguno. Pero lo único, que produce cambio son tus actos, no tus palabras. Entonces, si te abocas de lleno a este tratamiento, poniendo en marcha estos pasos, tú harás cambios. Cambios que se traducirán en actos, en que hagas cosas que nunca te animaste, y que lo hagas, sin pensar lo que él diga o pueda suponer. Todo este conjunto de nuevas acciones, descolocan a tu pareja, produciéndose el cambio, tanto tuyo como de él (o de ella). Lo aconsejable es ir de a poco, aplicando los pasos, y que éstos se vayan internalizando en tu conducta. Las pautas para que dejes de sufrir por amor son las siguientes:

Nuevas actitudes hacia tu pareja:

1)     Concentra tu energía en vos misma/o, olvídate de lo que hace o deja de hacer el otro (pero si lo que hace es agredirte física o verbalmente, te sugiero que te apartes. No te expongas inútilmente, ni hagas la técnica del Ho’oponopono –explicada en otro capítulo de este libro- pensando que esto solo va a detener sus agravios).

2)     No te enganches en los juegos de discusión o manipulación con tu pareja. Si tu pareja dice algo para provocar la pelea, sólo di “Ah”, y vete a otro sitio. Ignóralo. Esto lo desarmará, porque no encontrará adversario con quien pelear, y si ya no estás para eso, de nada le servirá permanecer en esa actitud. Ojo, intentará hacerte enojar una y otra vez, hasta que con el tiempo se de cuenta, que ya no estás dispuesta a entrar en ese juego contaminado, porque sólo buscas paz.

3)     Deja de estar pendiente de tu pareja, esto también implica dejar de ayudarlo todo el tiempo. Porque has utilizado la ayuda, como una forma de dar en demasía. Ayudándolo también ejerces un control sobre él/ella de una forma inconsciente. Aprende a concentrarte en tu persona, ya que eso es algo nuevo para vos. Cuando dejes de hacer cosas por él, de aconsejarlo, de ayudarlo, o de cuidarlo, comenzará a hacerse cargo de sí mismo, de sus propias actitudes y acciones. Entonces, irá a “buscarte”, demandará tu presencia, y en ese punto tendrás que buscar el equilibrio, para darte a ti, primero, ya que nunca lo has hecho. Así, él empezará a verte como una persona diferente, que te cuidas, que te respetas, y que ya no te dejas manipular. Entonces, si realmente está interesado, te prestará atención, te dará lo que necesitas, y la relación tomará otro cauce. Y en caso, de que esto no suceda, sabrás darte cuenta, si vale seguir con una persona así.

4)     Cuando sientas ganas de llamar, escribir, esperar o ver, al hombre o mujer, que consideras es tu droga adictiva en el amor, tienes que focalizarte en los pasos de la recuperación: leer la bibliografía, hacer de inmediato una actividad para quitar ese pensamiento obsesivo de tu mente (salir a caminar, correr, etc.). Es sólo un momento en que aparece la angustia adictiva, luego se esfumará, en cuanto pongas tu atención en otra cosa.

5)     Cuando inicies el camino de la recuperación no significa que debes dejar de inmediato a tu pareja, porque esto te traerá a la larga mayor resistencia al tratamiento, y un efecto rebote. O volverás con esa persona de inmediato, o te buscarás otra peor o similar, aunque al principio, parezca lo contrario. Lo único que debes hacer es realizar los pasos: principalmente dedicarte a vos. Dejar de esperar que él cambie, y cambiar vos misma. Preocuparte por lo que vos hacés, y no por lo que él hace o deja de hacer. Concentrar toda tu energía en vos, como nunca lo has hecho, pero no para penar ni victimizarte, sino para darte lo mejor, y para tener fe en este tratamiento. Ocupar tu tiempo en cosas productivas: actividades, cursos, etc. Leer y abrir tu mente a cosas nuevas. Pero deja de controlarlo, olvídate de esa persona como si no existiera. Así, cuando él te vea totalmente compenetrada en ti misma, no entenderá lo que pasa. Y tal vez, se acerque de un modo distinto, aprenda a respetarte y a  brindarte buen trato y afecto. O quizás, con el tiempo, te des cuenta que esa persona ya no te interesa, porque te descontaminaste de lo nocivo (pensamientos, ideas y creencias erróneas sobre lo el amor), y sólo quieres amar y ser amada de una forma dulce, benéfica y armónica. En el consultorio, he visto ambas vías de resolución, pero nada de esto sucede si no te concentras en tu propio cambio.

(...Continúa: son 16 ítems en total)

Capítulo 8 : Diferencias entre sufrir por amor, alergia al amor, y amar sanamente



Capítulo 8: Diferencias entre sufrir por amor, alergia al amor, y amar sanamente


¿Cómo es la química al conocerse?: (Química = sensación, feeling, chispa)
  • Sufrir por amor → La química es fuerte, quema como una obsesión.
  • Alergia al amor → La química busca ser controlada mentalmente.
  • Amar sanamente → La química es agradable, y experimentas “paz”.

¿Cuál es tu interés en la relación?:
  • Sufrir por amor → Te interesas en la relación, sin importar las consecuencias.
  • Alergia al amor → No te interesa involucrarte afectivamente.
  • Amor sano → Te interesas sólo en una relación en la que vas a recibir amor.

¿Cómo es el trato entre ambos miembros de la pareja?:
  • Sufrir por amor → Te importa tratar bien al otro, pero no te quieres dar cuenta de su maltrato o indiferencia hacia ti.
  • Alergia al amor → El trato es bueno, pero tienes como una anestesia, donde el afecto no te llega demasiado, pues tienes miedo de ser lastimado otra vez
  • Amor sano → El buen trato es recíproco, y es lo principal en una relación.

¿Qué atención le prestas a tu pareja?:
  • Sufrir por amor → Vives pendiente de tu pareja.
  • Alergia al amor → Le prestas cierta atención, pero no te interesa demasiado.
  • Amar sanamente → Tu pareja te atiende tanto como lo hacés vos.

¿Te fascina ayudarlo?:
  • Sufrir por amor → En lo único que piensas es en cómo ayudarlo.
  • Alergia al amor → Ayudas, pero te mantienes al margen, sin involucrarte.
  • Amar sanamente → La ayuda es mutua y generosa, ambos la brindan.
(Continúa...)

Capítulo 20: Eliminar los miedos



Capítulo 20: Eliminar los miedos

Lo pasado, pisado

Al día siguiente, en la última hora de la tarde, Paula tenía su primera sesión grupal. El coordinador, por ser bastante espiritual, al iniciar el grupo, mencionó lo agradecido que estaba por cada reunión, pues crecía profesionalmente, pero no dejó de señalar, algo referente a la espiritualidad.
Paula fue invitada a hablar, ya que era su primera vez. Ella fue al grano, y dejó a todos con la boca abierta, por su gran sinceridad. Uno de sus compañeros de grupo, un hombre de unos 45 años, dijo después, sentirse identificado con su relato, con respecto a lo de alejar al sexo opuesto.
La gran sinceridad de Paula, sacudió a sus compañeros, pues en el trabajo de grupo, muchas veces, cada uno encuentra un reflejo en el otro.
Al finalizar la sesión, el coordinador le pidió a Paula, hablar unas palabras en privado. El médico escuchó consultas, despidió a todos, cerró la puerta y le dijo:

-Si alguien aparece, fijate a quién elegís. Si es un tipo casado y con hijos ¿para qué te vas a meter en líos? En cambio si es divorciado o está solo, es otra historia.
-Pero ya sé a quién elegir.
-¿Y entonces?
-Inconscientemente trato de que nadie se me acerque
-¿Por qué? ¿Qué te va a pasar?
-Para no sufrir –dijo casi flaqueando.
-Nada es para siempre.
-Sí, ya sé, la vida es cambio.
-Viví el hoy, no sabes cuánto puede durar. Pero viví el hoy.
-Es fácil decirlo, pero difícil hacerlo.
-Imaginate  que un tipo va manejando por la ruta hasta la ciudad más cercana, y va mirando todo el camino por el espejo retrovisor. ¿Qué pensás que pueda pasar?
-Y va a chocar!
-Claro! Hay que mirar por el parabrisas, para adelante!

Dejar el pasado, a eso se refería. Vivir el presente, paso a paso, según lo indique el camino, y que en el andar diario, las cosas se vayan dando.
Paula debía focalizarse en eso, en el vivir el momento sin los prejuicios del pasado, y dejarse llevar, olvidando el espejo retrovisor con que miraba la vida.
En este sentido, quiero recordar las palabras de Joe Vitale, en la película “El Secreto”: “Al Universo le gusta la velocidad, sin retrasos, sin críticas, sin dudas. Cuando la oportunidad está ahí, cuando el impulso está ahí, cuando la intuición empuja desde adentro, ¡actúa!”.
Esa noche, cuando llegó a su casa un gran caudal interno se había desatado en ella, sintiendo un nudo en la garganta, como señal de angustia. Cuando algo empieza a sanar, se libera una angustia, que forma parte del proceso.

(Continúa...)

Capítulo 23: Sanar por dentro



Capítulo 23: Sanar por dentro

Este capítulo no reemplaza al médico, es sólo un complemento

En este capítulo verás el enfoque psicosomático de la enfermedad y  técnicas para ayudarte. Para contribuir en tu propia sanación, además de consultar al médico, aprenderás aquí técnicas de control mental, y cómo influye tu actitud ante la vida.
También aplicaré afirmaciones de Louise Hay sobre algunas enfermedades. Es decir, analizaremos casos concretos, donde verás cómo el síntoma físico tiene un origen psíquico, debido a una situación específica que estaban atravesando.
Un enfoque similar es el que propone Claudia Rainville, en su libro “La metamedicina. La curación a tu alcance”, relatando casos clínicos e introduciéndote en el tema a través de una forma terapéutica muy sencilla: abriendo tres preguntas que se relacionan con el origen psíquico de la enfermedad.
De todos modos, no podemos ver al ser humano sólo desde un punto de vista psíquico o sólo desde un punto de vista físico, la interrelación de ambos es muy importante para la sanación. El médico entrerriano, el Dr. Giraldo Motura, en su primer libro “Aprende a curarte”  aporta una valiosa mirada tanto del diagnóstico como del tratamiento de la enfermedad.


Cambia de actitud

Es importante tu actitud. Una paciente señala, que cuando tiene alguna dolencia simple, como un resfrío, decreta que está sana, diciéndolo en voz alta y con convicción. Y le da resultado para salir de la cama y continuar con sus tareas. Quizá esta anécdota, tiene otro significado después de la gripe A, pero lo que quiero reflejar es la actitud, aunque por supuesto debes ver a tu médico.
Te recomiendo en este sentido la video-conferencia del Dr. Joe Dispenza, “Desarrolla tu cerebro”. Él es un médico oncólogo, que explica que aún extirpado el cáncer,  si la persona no cambia su actitud o su estilo de vida, vuelve a aparecer la enfermedad, al tiempo. Su experiencia clínica le ha permitido comprobarlo.
Además, deja de pensar en enfermedades o de hablar continuamente de quién está enfermo. Tú atraes lo que piensas. Si te focalizas en la salud, la atraerás. Si hablas o sólo piensas en enfermedad, la quieras o no, también la atraerás. Deja de buscar goce, mencionando enfermedades porque sí. Y visualízate sano. Habla de cosas productivas. La vida está llena de cosas positivas, y tu conversación puede girar en torno a ello. Por supuesto, que los problemas existen, pero debes pensar en las soluciones, y no quejarte todo el tiempo. Haz algo con lo que tienes en el presente de tu vida, y deja ir el pasado. Porque todas las energías negativas son las que se han alojado en tu cuerpo produciéndote enfermedad. Esas energías son producto de tus pensamientos, con respecto a cada vivencia que has tenido. Ahora, olvida y utiliza toda buena inspiración para tu propio bien. Anímate al cambio. Anímate a vivir mejor. Date lo mejor,  y que te beneficie no sólo a ti mismo, sino también al Universo. La filosofía “yo gano-todos ganan”, es la que cuenta, en todo aspecto de la vida. Ama la vida, ama la salud, y haz los cambios que consideres necesarios. Y no seas omnipotente. Busca ayuda, si es necesario.


Usa tu mente

Utiliza las técnicas de control mental para sanarte. En estos casos debes usarlas tres veces al día, como mínimo: cuando despiertas a la mañana, después de almorzar y antes de acostarte en la noche. Esos son las horas ideales en cuanto a la relajación, pero debes elegirlos de acuerdo a tus posibilidades y a tu estilo de vida. Seleccionar tres momentos, en cualquier hora del día, para hacer estas técnicas y visualizaciones es lo importante.
La técnica consiste en relajarte, ayudado por una respiración profunda, y si puedes elije una música suave que te agrade. Luego visualiza una luz blanca –con un tinte celeste- que llega desde  el cielo hasta tu cabeza, penetra luego a través de la columna vertebral y se expande en todo tu organismo.
Ahora, focaliza la zona donde tienes el problema –sea cual sea-, es probable que te imagines allí unas manchas negras, que son producto de tu negatividad allí acumulada. Entonces, inventa un instrumento para limpiar esas partes oscuras en tu cuerpo. Puede ser un rayo láser, una varita mágica, etc. que emana la misma luz intensa blanca y celeste, que había penetrado en tu cabeza, al comienzo del ejercicio.
Te tomará trabajo, si está muy denso el problema, pero continúa pasando el aparato de tu imaginación, hasta que la luz lo blanquee todo y lo cure.
Haz la prueba, y acompaña esto con nuevas actitudes. Ayúdate, ríe, come sano, no introduzcas contaminación en tu cuerpo –ni drogas ni marihuana ni tabaco ni alcohol-. De una vez por todas, ¡quiérete!, y si tienes bronca o rencor o dolor, sácalo. Búscate un buen psicoterapeuta y saca la basura de tu mente, como dice el Dr. Len en el capítulo del Ho’oponopono.


Ejemplos prácticos:

No era bocio, sino una angiolinfoidía

Una tarde vino una persona a instalar Internet. Este joven tenía un lado de la cara tan hinchada, como una masa enorme que le sobresalía. Si bien sabía que no era bocio, ya que estaría localizado en el cuello, le pregunté con diplomacia qué padecía. Le hablé del libro “Sana tu cuerpo”, y de que allí podría ver la causa de cualquier enfermedad, y una frase sanadora para ayudarse. Fue así que me explicó que padecía una angiolinfoidía, y que se sometería a una intervención quirúrgica el mes próximo. Luego, de mostrarle el libro y al leer la causa probable, abrió los ojos sorprendido, y dijo: ¡Es eso!
En este sentido, relato esta anécdota, porque hasta personas desconocidas para mí, encuentran la causa real de su padecer en el gran trabajo de Louise Hay. A continuación, comparto las frases del libro, que leyó el joven, y como no estaba la afirmación correspondiente para la angiolinfoidía, busqué la oración para el sistema linfático. La causa probable de los problemas linfáticos es: “Advertencia de que hay que volver a centrar la mente en lo esencial de la vida: el amor y la alegría”. *
Nueva pauta mental para los problemas linfáticos que debía repetir de diez a veinte veces por día, es: “Me centro totalmente en el amor y la alegría de vivir. Fluyo con la vida. Mía es la paz de la mente”. *

(Continúa...)


Capítulo 26: El arte, la fe y la meditación




Capítulo 26: El arte, la fe y la meditación


Nunca pensé que iba poder quedarme quieta media hora meditando, pero todo llega cuando es el momento en tu vida. Así me pasó, y aunque tuve mucha resistencia me adentré en temas que desconocía.
Parte de esta meditación consiste en hacer tres respiraciones profundas, tanto al comenzar como al terminar la meditación. Sólo se trata de aquietar tu mente, por más que existan pensamientos que se crucen sin cesar. En algún momento, conseguirás la serenidad, y sentirás vibrar la energía a través de tu cuerpo. Sobre todo cuando estás alterado, irritable o ansioso, es el mejor método para encontrar el equilibrio y la armonía.
En la película “Comer, rezar, amar” es cómico ver lo inquieta que está Julia Roberts cuando comienza sus primeros días de meditación en el ashram de la India. Luego de ver la película, si lees el libro “Comer, rezar, amar” de Elizabeth Gilbert, en la traducción de Editorial Aguilar (pues la otra tiene términos españoles desconocidos para nuestro lenguaje criollo que no lo hacen claro) encontrarás diferentes tipos de meditación, y un profundo recorrido desde la angustia del desamor a la verdadera armonía. Es curioso, pues cuando adquirí el original de la película, vi todas las partes extras, incluso el relato del director. Sus palabras fueron muy profundas, pues señala que dirigir esa película cambió su vida, y que seis meses después de terminar de rodar la película, se enamoró.
Hace poco asistí a un desfile de Roberto Piazza, cuya colección denominó “El ave fénix”, explicando la posibilidad que tiene cada ser humano de resurgir de sus propias cenizas. No fue un desfile común, fue un espectáculo, un show directo al corazón. Las modelos no caminaban con sus caras serias, sino que además de sonreír, sus brazos se movían y elevaban como si fueran aves. La música elegida para cada vestido era única y especial, lo que le daba una magia, un toque de verdadero arte que penetraba en lo más profundo del espectador. Al final, el cantante Cacho Castaña cantó a Loly (una modelo), mientras caminaban por la pasarella, la canción “Para vivir hay que tener un gran amor, para vivir…”. Mientras Loly, vestida de novia, se emocionaba sin poder disimular las lágrimas, un arco empujó su flecha hacia el alma del público. La magia del amor nos llenaba de reflexión, tanto para olvidar el pasado y curar las heridas, como para volver a vivir creyendo que el romance genuino es posible, si los ladrillos de tu corazón están dispuestos a ceder, y eres capaz de romper la muralla China de la que te escondes del mundo.
Allí descubrí el gran poder que tiene el arte para derrocar todos los obstáculos, que a veces, ni la terapia convencional es capaz de sortear. Algo similar me sucedió con un taller de teatro, donde logras despertar sentimientos dormidos, callados o ahogados. Aparece el recambio de energía, y fundamentalmente el cambio de perspectiva. Todo vuelve a ser como era, y mejor aún, pues la vida –con sus pruebas, sufrimientos y desafíos- acumula heridas y prejuicios, que oculta en su corazón, bajo un caparazón gigante.
Esconder o disimular los sentimientos, no funciona, pues un gusto agrio y desabrido invade la vida cotidiana, y los sueños de juventud se congelan y hasta casi desaparecen.

He aprendido mucho más que las técnicas citadas a lo largo de este libro, pero lo más importante es que siempre hay más para descubrir, y que cuando crees que está todo dicho aparece un nuevo libro, un conocimiento, un grupo, o una reunión donde la información se intercambia para que puedas crecer más y más, espiritualmente.
Creo que más allá de todos los métodos, existe algo que es muy importante que es la fé. Cuando se creó la raza humana, se nos asignó guías espirituales para que no estemos solos. En aquel momento, algunos ángeles celosos por la creación de los seres humanos hicieron trampa para alejar a los hombres (y mujeres) de la luz y llevarlos a la oscuridad.
Todos tenemos un tiempo para estar en el planeta, para cumplir nuestra misión y obrar haciendo el bien. Cada uno en lo suyo, en las pequeñas cosas, en la rutina cotidiana. Otros tendrán más dotes y llegarán a las masas, pero todos tenemos un lugar y algo que cumplir. Está en nosotros elegir, hacer el bien o el mal, y es importante protegerse, rezando, pidiendo ayuda a tu ángel de la guarda, a Jesús, a Dios, a la Virgen María (que es la madre de todos, y así le gusta que la llamen).
Somos soberbios u orgullosos, y muchas veces pensamos que lo tenemos todo claro, o que lo sabemos todo. Pero la vida tiene sus vericuetos, y te devuelve tanta ignorancia o tanto ego, de la forma más inesperada. Son las lecciones cotidianas, que a veces, duelen tanto, pero que enseñan a ser humildes de corazón y a entender que debemos seguir aprendiendo.
Si sabías rezar y has dejado de hacerlo porque crees que no te han escuchado, no es así. A veces, son las lecciones que tenemos que aprender, una vivencia que nos despierte, que nos sacuda de arriba abajo para reflexionar, para entender que no somos eternos en cuerpo, sino sólo en alma.
Es importante que reces (lo clásico, nada de frases que ten han pasado) y pidas, pero no en forma de doctrina, sino de fé. También debes ser precavido y no fanatizarte con sectas o iglesias que te sacan el dinero, que te manipulan o te lavan el cerebro. Dios está en tu corazón, y la conexión la tenés que hacer desde adentro, desde lo profundo.
Los seres espirituales existen, pero no pueden hacer nada si no se les pides ayuda.
No estamos solos en el planeta. Tenemos un tiempo para estar aquí y cumplir nuestras lecciones, objetivos, y aprendizajes. La vida tiene muchas pruebas y desafíos. Pero muchas personas cuando mueren no van a la luz, sino que se quedan atrapados acá, en esta dimensión, por cuestiones materiales o emocionales: una casa, un hijo, una madre, una herencia, un esposo, etc. Esas almas tienen un tiempo para irse, y cuando no lo hacen quedan como almas errantes: algunas están tristes, otras enojadas, pero todas sufren porque no encuentran paz.
Muchas veces la oscuridad utiliza estas almas que de alguna manera interfieren. Pero no hay que tener miedo, ni llenarse de supersticiones. Rezar, tener fé, saber elegir, y obrar bien es uno de los caminos. También compartir, ser solidario, y no perder tiempo ni energía enojándose. La bronca, el rencor, la soberbia, la ambición son grandes obstáculos para perder nuestra luz. Lo mismo la tristeza y la depresión. Por eso es importante buscar ayuda cuando es necesario, no somos autosuficientes, somos seres espirituales, que necesitamos de la fé y de las relaciones humanas.
También es importante ser benévolo con los animales, hay tantos abandonados y la gente paga fortuna por tener el perro de moda o de marca. Lo mismo con los métodos de fertilización o alquiler de vientres, hay tantos niños desamparados que necesitan un hogar y alguien que los adopte. Brian Weiss, en alguno de sus libros decía, que la conexión espiritual entre padres e hijos adoptivos, muchas veces es más fuerte que la biológica, y que tal vez esas almas debían reencontrarse, para sanar relaciones.

Capítulo 9: El amor se aprende en la infancia




Capítulo 9: El amor se aprende en la infancia


Después de tanto explicar cómo repercute el trato recibido por un niño en su ámbito familiar, y cómo determina esto sus elecciones amorosas futuras, sería inoportuno saltear a los niños. Como ya vimos, el amor se aprende en la infancia, por lo tanto esta etapa es crucial, y depende de nosotros como padres de qué forma se desarrolle.
Las primeras semillas del sentimiento amoroso las cultivamos en el trato que le damos a nuestro hijo desde bebé, luego de niño y después durante la adolescencia.
Si procuramos una relación familiar sana y armoniosa, esto repercutirá en la forma de elegir y comportarse en pareja, de esos niños cuando sean adultos.
El amor se fomenta y se enseña con cada acto, y no cesa nunca, por más que veamos a nuestros hijos grandes, y pensemos que pueden cuidarse solos porque son adolescentes.
Justamente lo contrario, esa es la etapa más delicada. Pero si te has olvidado de comunicarte con ellos desde niños, jugando, charlando y leyendo juntos, porque tu trabajo te demandaba mucho tiempo fuera de casa, y cuando volvías cansada o cansado, querías suplir tu ausencia con regalos, poca escucha y enchufándolos al televisor o algún juego electrónico, para no ocuparte de ellos, te será más difícil volver a conectarte con ellos.
Por otra parte, en general, los padres sólo compran un libro sobre niños, cuando va a nacer su primer hijo. Se instruyen sobre el cuidado del bebé y todo lo referido a este tema. Pero luego, en lo que atañe a la educación infantil se nutren del saber cultural, del conocimiento aprendido a través de su propia crianza, y de los consejos de sus padres.
Y sólo concurren a una psicoterapia infantil, cuando el niño presenta problemas de comportamiento en el colegio, en la mayoría de los casos.
En este sentido, no se invierte en libros sobre educación de niños, quizá hasta que entren en la adolescencia y su nuevo comportamiento los desoriente de tal forma, que los padres comienzan a interiorizarse del tema. A veces, este interés sólo sucede cuando sus hijos ya están involucrados en drogas, alcohol o padecen trastornos de alimentación, entre otras cosas.
El objetivo es que abordemos diferentes aspectos de la educación infantil y adolescente en función de una mirada psicológica, pero fundamentalmente preventiva y práctica, fácil de entender. Ahora le toca el turno a los bebés.


Bebés

Esta sección sobre bebés no reemplaza al médico, es un complemento

La técnica del amamantamiento

Cuando mi hija tenía un mes, concurrí a la “Liga de la Leche”, donde se dan instrucciones a las madres, sobre técnicas para la alimentación a través de la leche materna. Esta institución sin fines de lucro, estaba ubicada en el barrio de Belgrano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Me recibieron en un living hermoso, donde varias madres se hallaban sentadas dándole la teta a su hijo, y recibiendo instrucciones de cómo hacerlo.
Por mi parte, aprendí la técnica y fui practicando, teniendo a la instructora muy cerca, quien iba controlando la posición de mis dedos, los tiempos, etc. Me fue muy útil aprender, que se debe tomar con la palma de la mano, la parte inferior de la mama, dejando libre el dedo índice. Así cuando el bebé estuviera mamando, y comenzara a dormirse, podía utilizar ese dedo para tocarlo con unos golpecitos suaves, sobre su maxilar, casi junto al extremo de su boca. Con esto lo despertaría y le recordaría continuar con la succión. Lo ideal era que estuviera diez minutos mamando de cada lado, para que la leche circulara y esto evitara la acumulación en el pezón, que produce dolor, calor e irritación en las glándulas mamarias.
Luego de una hora, mi aprendizaje estaba listo, pero se me ocurrió hacerle algunas preguntas sobre la educación de los niños, a la mujer que me atendió.
Por un lado, durante el amamantamiento, me habían dolido muchos los pezones, por lo cual, al principio, evitaba darle a menudo, porque el dolor que sentía era muy fuerte. Luego, me explicaron que debía tomar sol en los pezones, porque los rayos solares hacen que se curta y se fortalezca. Aconsejaban hacerlo con una remera con agujeros en la zona de los pezones, ya que transcurrían los días frescos de la transición invierno-primavera. A la vez, que debía colocar en los pezones, crema enriquecida con vitamina A.
Por otro lado, si bien había leído mucho y me había informado sobre el tema, tenía la fantasía de que si el bebé tomaba la teta cada dos horas, se transformaría con el tiempo en un obeso. Por supuesto, que esto no ocurre, y que es absolutamente necesario para su crecimiento.
Pero como en mi infancia debíamos comer entre dos y tres platos de comida tanto en el almuerzo como en la cena, todos tuvimos luego, tendencia a engordar, y me preocupaba el tema. Luego, aprendí que esto no sucede con los bebés, que es una etapa especial del crecimiento, en que si reciben leche materna tienen más anticuerpos, y menor tendencia a engordar en su adultez, que si se los alimenta con leche de vaca.
También era importante, mientras le daba la teta, utilizar la ayuda del dedo índice para despertarlos, si no  antes de la hora, estarían llorando para volver a comer, porque se habían quedado con hambre. En cambio, si le estaba dando de mamar, y el bebé se dormía, al despertarlo con el dedo índice lograba que estuviera diez minutos tomando de una teta, para luego pasarlo a la otra, y tomar diez minutos más. La verdad, es que nunca llegaba a los diez minutos en la segunda teta, pues mi hija estaba totalmente satisfecha.


Atiéndelo rápido, y no lo dejes llorar

Más allá de esto, fue muy útil la charla con esta señora sobre la educación en general. Le interrogué si era bueno atender al bebé enseguida que comenzaba a llorar, o era mejor hacerle esperar, para que no se volviera caprichosa o malcriada.
Me contestó que no debía hacerle esperar, porque esto los angustiaba más. En cambio, si apenas lloraba, iba a atenderlo, comenzaría a hacer un registro de que no estaba solo, y eso le iría dando seguridad y tranquilidad a su persona.
Cuando dejas a un niño llorar, él se siente abandonado, más aún siendo bebé, ya que tiene incapacidad para expresar en palabras lo que siente. Además  que es su primer tiempo en el mundo externo, luego de haber estado totalmente confortable y protegido en el vientre materno.
Acudir inmediatamente al llanto del bebé, con el tiempo producirá un niño tranquilo, paciente y contenido. En este sentido, me explicaba que un bebé lo único que puede hacer es llorar o gritar, porque no sabe aún hablar, y que en base a ello, debía decodificar qué necesitaba. El bebé podía llorar porque se había hecho pis o caca, porque estaba paspado, porque estaba cansado de estar acostado y quería estar sentado (o viceversa). Porque simplemente, ya se había despertado y buscaba compañía. También porque tenía hambre.
Además, podía despertar varias veces en la noche, ya que podía estar soñando, o simplemente al ver la oscuridad, sentir miedo, y pedir por su madre. Si en ese caso, estaba allí apenas lloraba, continuaría durmiendo, ya que sentiría que había un adulto responsable para protegerlo. Podría volver a despertarse, varias veces y durante varios días, semanas o meses, pero todo se iría graduando, hasta acostumbrarse y comprender, que su mamá estaba allí a su lado, incondicionalmente, porque para eso somos padres. Para cuidarlos y protegerlos.
También es importante colocar en su cuna, moisés o cama, un peluche a su lado. Si es su preferido, mejor. Este objeto blando, ocupará el lugar de mamá sustituta. Es lo que se denomina en psicología “objeto transicional”. Significa una transición o reemplazo temporario hasta que llegue su mamá. Es decir, en el día cuando el bebé despierta, ve su peluche –un objeto familiar- y no se siente tan solo. Demandará a su mamá también. Pero, muchas veces, al ver ese muñeco favorito y habitual, lo tomará con su mano y así se volverá a dormir. Esto es algo que irá incorporando de a poco, por eso, es bueno colocar un peluche de cada costado de la cama, para que siempre tenga uno a mano. Deberá ser un peluche seguro, sin ojos que sean botones y que se los puedan tragar. Cuando haga este registro visual y táctil durante el día, en la noche con sólo tocarlo lo reconocerá.
Es factible también, que algunos niños o bebés, tengan miedo a la oscuridad. Esto puede solucionarse con una pequeña lucecita tenue que permanezca encendida durante la noche. Cuando a un bebé se lo ha dejado llorar por noches enteras durante meses, pensando erróneamente que así aprenderá a que debe arreglárselas solo, esto no es así.
Si no que con cada noche en que no ha sido atendido como corresponde, su angustia aumentará. Esa angustia puede transformarse en depresión, en un sentimiento de soledad irreparable, si no se hace algo a tiempo.
Con cada llanto, el bebé espera angustiado que esta vez, su madre venga a socorrerlo, y al no suceder esto, su desesperación aumenta. Entrará en un ciclo repetitivo de miedo-angustia-dolor, porque lo único que desea es una respuesta de amor. Esto es un mimo, una palabra dulce, una caricia o un abrazo.
Con las noches sumidas en llanto y sin unos brazos protectores o una caricia, en el momento exacto en que comienza a llamar a su mamá mediante gemidos –porque es lo único que sabe hacer, no tiene otra forma de expresarse-, se irá incrementando su angustia y su soledad, si nadie se acerca ni lo consuela.
Un bebé que lleva semanas así, está sumido en un sentimiento de soledad y de desconsuelo. Lo más probable que si sus padres no cambian su comportamiento, se transforme con el tiempo en un niño irritable y depresivo, lo que luego producirá un adulto lleno de temores, fobias, cambios de humor o depresión bipolar.


Armonía para los padres

Es entendible que si el bebé se ha despertado continuamente en las noches, sus padres no duerman bien y por lo tanto estén irritables. Este sentimiento será percibido por el niño o el bebé, y producirá mayor miedo y angustia, que se traducirá en llanto o mal comportamiento, si es un niño mayor.
Existen soluciones naturales, como las Flores de Bach, avaladas por la O.M.S. Si los padres están irritables, enojados, con  cambios de humor o inestabilidad emocional, puede solucionarlo con Flores de Bach. Incluso existe una fórmula indicada para el insomnio, que puede variarse y adecuarse, según el perfil de cada paciente. El secreto es realizar un buen diagnóstico para saber cuáles flores necesita.


Llanto por los cólicos

Otro llanto diferente es el que se produce en los primeros tiempos, debido a los cólicos que sufre el bebé. Esto sucede porque su aparato digestivo aún no está bien desarrollado, y esto se solucionará más adelante.
En los primeros tres meses de vida tienen muchos cólicos, como producto de los gases. Esto les trae dolor de “panza”, por lo cual hay que hamacarlos, y esto a veces, te puede llevar una hora de tiempo, con el consiguiente dolor en los brazos.
Volviendo al tema del amamantamiento, asegurarse de que estuviera bien satisfecho cada vez que tomaba el pecho, me daba al menos dos horas de tranquilidad, para poder descansar, dormir, o hacer tareas en la casa.



El marido que pasa la prueba del post-parto

Algunos matrimonios se deshacen luego de la llegada de un hijo, cuando apenas es bebé. Puede ocurrir al nacer el primero, segundo o tercer hijo, pero lo destacable, es que se trata de los primeros meses de vida del bebé. En esa etapa la mujer además de estar extremadamente sensible, también está sobrepasada de tareas: el bebé, la casa, el trabajo, etc. Por lo tanto, deja de lado a su hombre, por razones de fuerza mayor. En ese sentido, es vital la comprensión de su marido y su ayuda en el hogar, así sea en las pequeñas cosas. Las mujeres observan estos detalles, sobre todo cuando están sensibles.
En cuanto a la esposa, es importante recordar que si bien el bebé requiere su amor y su cuidado, ella también sigue siendo mujer, además de madre. Cuidar su aspecto, tener un tiempo para sí misma, pedir ayuda extra, y recordar que tiene un marido, es importante.


Consejos para cuidar el pezón durante la lactancia

En la Fundación para la lactancia materna*, me dieron estas instrucciones para el cuidado y preparación del pezón. Aún conservo el papel, y lo transcribo (en letra cursiva) porque es de gran utilidad:

Grietas: El tratamiento más adecuado para las grietas se realiza con: AIRE – CREMA – LECHE – SOL

Aire: El pezón debe estar siempre seco y al aire. Para secar se utiliza un secador de pelo o se apantalla. Para que estén al aire se puede agujerear las puntas de un corpiño (o bajar la tapa del corpiño de amamantar), o utilizar escudos o casquillos aireadores de pezón.

Crema: La única crema aconsejable es la crema de caléndula. Esta crema no debe retirarse para prender al bebé ya que es inocua. Colocarse un poco después de cada mamada.

Leche: Su leche tiene propiedades cicatrizantes. Coloque una gota en cada pezón y seque apantallando, varias veces al día, sobre todo cuando chorrea los pechos.

Sol: Tome sol directo en los pezones 15 minutos por la mañana y 15 minutos por la tarde. Puede ponerse una remera vieja con un par de agujeros  a la altura de los pezones. Es importante que los labios del bebé queden paralelos a la herida para que cierre al mamar. Observe qué dirección tiene la grieta y varíe la posición en que da de mamar a su bebé para lograr lo dicho anteriormente. Puede darle en posición inversa o acostada.
Para evitar y/o curar grietas, el bebé debe tomar parte de la areola al mamar, quedando el pezón bien adentro de su boca. Esto se consigue sosteniéndolo bien cerca, con su pancita tocando la panza de la mamá, de manera que cabeza y cuerpo le queden alineados, y no tenga que girar el cuello para mamar.

Nota aclaratoria: hay un tipo de grieta que tarda en curar y que puede derivar del Muguet (hongo) común en muchos lactantes. En este caso se debe consultar al médico pediatra para iniciar un tratamiento tanto en la boca del bebé como en el pezón. NO USAR CREMA DE CALÉNDULA HASTA TERMINAR EL TRATAMIENTO DEL HONGO MUGUET.

*Este escrito pertenece al año 1998, vale la aclaración en caso de que haya sido modificado De todos modos, este aporte puede ser útil para quienes lo desconocen, aunque puedes consultarlo con el médico