domingo, 25 de marzo de 2018

¿Cómo lo logro?

Vengo de ver a una amiga, grande, mayor que yo, con una vitalidad que contagia, asombra, entusiasma.

En mi letargo de domingo soleado y sola, me he descubierto enrollada en pensamientos que no conducen a nada y que me enriendan en un sin cesar de vueltas que me ahogan en pequeñas decisiones que no soy capaz de tomar.

La vida es una recta con tropezones, para que te levantes sin cesar, y no te ahogues en un pasado donde los amores tristísimos hunden pequeñas heridas que aún no han cicatrizado.

Feliz, de poder ayudar a mi hija para que sea todo lo feliz que yo no pude ser a su edad. Por una educación reprimida donde todo debía hacerse a escondidas o enfrentar infinitas discusiones para poder rebelarme frente a las injusticias.

Ser mujer en soledad es duro. Ser hombre en soledad, lo mismo. No tiene que ver con sexos. Te ahogás si estás solo. Un domingo levantándote sola, es tranquilo, pero cuando las horas transcurren te sentís realmente sola.

Nos necesitamos como seres humanos. No podemos estar solos, ni nos merecemos esto.
Luchar por la felicidad, es una constante batalla contra esa depresión que asoma y tenés que hundir de un masazo, para no dejarte vencer.

Que Dios nos ayude a superarnos, a ser felices, a tener la capacidad de pedir ayuda, y decirle al otro cuánto lo necesitás.

jueves, 15 de marzo de 2018

El amor con semilla costera

Juli se llevó el paraguas, así que salí rogando que no se largara a llover otra vez, cuando me avisaron que el cliente había llegado. Nunca los conozco, es decir, no los he visto antes.
Entro como una tromba a la oficina, y veo dos sujetos así de refilón. Un joven con su madre. Ambos hacen el ademán para levantarse y pregunto quién tuvo el accidente, y entonces retruco que venga él solo.
Comienzo con la entrevista y noto que además de amoroso, el pibe es un lord. Con sus veintiséis años, es gerente en una empresa, estudia trabajo social, porque le gusta ayudar, y martillero público para ganar plata. Es el menor de cuatro hermanas, un dulce total.
Le pregunté si había venido con su madre. Me he equivocado. Es su novia de cincuenta años. Se conocieron en Mardel, hace dos años en un boliche sobre la costa, cerca del.puerto, que ya no está más. Me cuenta que conoció el amor.
Me dice que a veces va a bailar con sus amigos, pero cada tanto. Deportista, prolijo, bien lookeado. Un alma de esas tan buenas que es increíble para estos tiempos de touch&go.
Parte con todos los saludos amabilísimos que te puedas imaginar. Vuelve a golpear la puerta para hacer una última pregunta, y me quedo pensando que él me ha dado todas las respuestas, aún hay esperanza para que encuentre el amor.