viernes, 30 de noviembre de 2018

No te hagas la película

Ayer escapé sumergiéndome en Netflix. Aunque sabía que después te iba a extrañar.
El primer film «Sexo, amor y terapia», interesante. Espero que no estés en abstinencia. Es un chiste. Creo.
Mientras la veía, tomaba Flores de Bach. No tenía ganas de nada. La película y las esencias florales hicieron su efecto, y diez minutos antes de la clase de abdominales, me levanté de un salto, me cambié y fui para el gimnasio.
El pelado con su sonrisa te activa. Eligió AC&DC en los dos primeros temas y arrancamos. Mientras estamos acostados, hombres y mujeres, sonreimos y transpiramos. La clase se me pasó muy rápido, dijo el profe. A mí también, pasó volando.
Bajé después a las máquinas, y ya mi ánimo había cambiado.
Cuando estábamos en las colchonetas, pensé hace cuánto que no veo un hombre acostado a mi lado.
Volví a casa, y fuimos a Castelar. Compré Clematis, ya no podía pasar un día más sin esta esencia: tengo que aterrizar, dejar de estar pendiente, somnolienta y salir de la nebulosa de ese incipiente estado de enamoramiento.
A la noche, para evitar escribirte, puse otra comedia francesa, «No soy un hombre fácil». Propuesta distinta donde los hombres son usados por las mujeres, como sexo descartable.
Pero se hizo la media noche y me dormí pensándote. Y cuando abrí los ojos, estabas en mi mente como antes.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Déjame ser tu ansiolítico

Cruzo la plaza a las ocho de la mañana, las campanadas de la catedral me acompañan. Parece la toma de una película, cuando todo está por verse y el espectador implícitamente reclama.
Anteanoche me jugué yo, y me sorprendiste con tu espontaneidad. Fue una hora y media que pasó volando, entre mensajes, audios y tu llamada.
Ahora entiendo algunas cosas, y las consecuencias del ansiolítico que estás tomando. Tiene muchos efectos secundarios.
Me encantó hablar con vos, y bajó mi ansiedad por cierto. Aunque ya hoy despierto, y pienso: «¡Qué lindo sería que me llames, que la iniciativa sea tuya, que nos veamos!».
Ahora el G20 que nos deja sin trenes por dos días, para los que vivimos lejos del centro, es una traba, que por supuesto puede destrabarse, con el uber o un par de colectivos.
Hablar contigo me sirvió también para humanizarte, para bajar ese nivel de idealización que surge al comienzo, cuando recién te estás conociendo.
Ayer no fui al gimnasio, trabajé todo el día, y como nos quedamos hablando hasta las dos de la madrugada, había dormido poco. Aproveché para limpiar la casa, y de paso, ordenar mi cabeza. Por cierto, giré la cama con dirección sudoeste, la más óptima para el amor, según el Feng Shui (por sexo y año de nacimiento).
La lavandina pasó como el agua bendita y las pelusas fueron rescatadas. Ponpón dijo «el horno no está para bollos» y se fue al patio a cazar lagartijas. Se recuesta sobre las tibias baldosas, con la paciencia de un Buda. Espera las presas como absorta, hasta que el sonido de sus uñas, delatan sus corridas. Le gusta jugar entre las plantas, creyendo que está en la selva amazónica, hasta que el maullido de otro felino en la azotea, la invite con arrumacos a cambiar de juego.

Cuando hablamos, percibí el silencio de la noche, imaginé tu hogar, tus gatas mirando las estrellas, tu deseo de helado postergado, la atmósfera de tu mobiliario, con ese gusto personal de ese artista que clama por expresarse.
Y deseé estar ahí, muy pronto, con unas plantas resistentes a todo, que quiero llevarte. Se llaman «lazos de amor», y tienen unas flores muy pequeñas y blancas.

martes, 27 de noviembre de 2018

Jugatela

¿Y si no te gustan los whatsap, cómo nos comunicamos? ¿Por telepatía?
Es tan difícil, cuando puede ser tan fácil.
¿Estás en Baires o volaste?
¿Estás confundido o deprimido?
¿Tenés miedo de no poder?
Me conoces tan poco entonces.
No sabes cómo soy.
Ni idea de lo que puedo darte, entender, o sorprender, hombre de las ventas. Porque sabes qué?
Lo que yo quiero, no se compra ni se vende.
Se entrega de corazón, sin condiciones, sin temores.
Uno no puede saber si no se arriesga.
Por eso lo que más quiero, es cerrar los ojos, y abrirlos a tu lado.

De un polo a otro... «O mucho, o nada»

Estoy en un estado «Clematis». Una paz total, todo me importa un «egg», me encanta.
Tuve que ir a la clínica, había seis clientes esperando. Yo por el paro, lo daba descartado.
El duchazo terminó por despertarme, único modo de acomodar mi pelo que le gusta dormir alborotado.
El domingo me encontré con un amigo. No tenía nada que hacer y la final Boca-River se había suspendido. Como estoy con el lema «Dejar fluir», acepté, porque en otra época no hubiera ido. Recordé los consejos del libro «Las mujeres que aman demasiado» de Robin Norwood, tomar café con los buenos o aburridos, para que recuerdes lo que es ser bien tratada. Y es así, disfruté la charla, pero nada más. Mis hormonas no se despiertan con él. No, como el viernes, cuando lo que se había ido completamente, me firmó con unas gotas carmesí para recordarme: «Aquí estoy, todavía funciono, este macho te sacude, y aquí estoy bajando».
Pero había llegado el domingo, y una mezcla de sensaciones no agradables, me hicieron ocuparme del jardín. Sacar las malezas, me llevó toda la mañana. Y cuando surgió la invitación, acepté porque necesitaba distraerme. Me ayudaría a despejar la mente. Funcionaría como un sedante. Y ahí entendí todo, quien te quiere ver, te llama. Entonces pude comprender, que si tu tiempo no es el mío, no pasa nada. Las cosas sucederán sin empujar el río, como dice un libro que se aloja entre mis preferidos.
Charlamos de la vida, él cerveza, yo un cortado. Quiere que vayamos juntos de vacaciones... ¡si sólo compartimos un almuerzo y el café de ayer!. Sin hablar que en cuanto a beso, tiene mucho que aprender. Además, ¿cómo te vas a ir de viaje cuando no hubo sexo, ni lo va haber?
Me invitó a la piscina de su edificio, un día de estos calurosos... Agradezco la intención, pero paso. Y cuando volvíamos caminando, me preguntó si era la tercera vez que nos veíamos. «Second» respondí. Hace un mes, para su cumpleaños. Yo siempre apiadándome de todo, era su primera fecha, sin su hermano. Entonces, replica que fue la tercera vez que nos veíamos, contando cuando nos conocimos en el boliche de Belgrano. Aclaro los tantos para que comprendan lo irrisorio de su siguiente pregunta: «¿Qué somos?». Jaaa, pensé «Esto no está pasando». Y después de recomponerme respondí: «Somos dos personas que salieron». Obvié, decir, a tomar un café, porque agregar eso ya me parecía demasiado.
Clinck caja, arrivederci! Hasta aquí he llegado.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Kinesiología amorosa: un turno, por favor

Cartagena, el mar, la playa, los aviones. Acabo de ver «El hilo rojo», y me pregunté porqué te separaste. La verdad que no sabía que hacía tan poco. No suelo darle bola a los que están tan tiernos. Seis meses es poco tiempo.

Aunque para el inconsciente no hay un tiempo lineal. Lo que pasó hace veinte años puede estar tan fresco como las uvas arrancadas ayer de la parra. Y cuando las hojas flamean por el viento, si no viene la lluvia y te despierta, todavía crees estar viviendo un lapso de otra era añeja.

Me pregunto qué sabor tendrá el amor si viene de tus labios. Es otra cepa, es otra experiencia. Nada de lo nuevo tiene porque traer otros rastros. Sólo si están en tu cabeza, date tiempo a soltarlos.

Me pregunto a quién le hablo: si es a mí, si es a él, si es a ese espacio divino que tiene que ayudarnos.

Quiero saber si algo parecido a vivir tendrá sabor a tu nombre. Quiero jugar  en la ola de tus brazos. Quiero empaparme en ese mar, porque flotar con vos me encanta.
Divertirme con esa química transformadora, con catalizadores naturales.
Quiero más, de esos dedos masajeando, las historias que mi piel tiene guardadas. Porque cada nudo que se deshace con tus manos, es un cielo que se abre.
Para sentirnos, para disfrutarlo.


sábado, 24 de noviembre de 2018

Con tus gatas de testigo

El partido se suspende quizás, como el nuestro que sigue suspendido. Pero lo digo con una sonrisa, porque me gustó verte.
Una serie de hechos se concatenaron ayer. Luego de atender cuatro clientes a la tarde, casi me quitan las ganas de ir al gimnasio. Y cuando voy, paso un mal momento. La zumba seguirá en penumbras, así que opto por bajar a la zona de las máquinas.
A la noche, cuando voy a reunirme con las chicas para ir al cumpleaños, pido a mi grupo de secundaria, por whatsap que me cambie la racha. Ellos no entienden, no entré en detalles, pero sus buenos augurios son potentes.
Vamos con Gabi y Gra en auto hasta lo de Flavio. Allí Gabi deja su auto, y cambiamos de vehículo, maneja su novio. La charla se torna fructífera en ese clima de amistad que se da en esos trayectos donde surgen diversos temas cotidianos, y de a poco nos vamos conociendo y apreciando. Hablamos de los lentes de contacto, la salud visual y los reencuentros casuales con nuestros compañeros del primario, y ahí develamos las fechas de parto de nuestras madres. Es decir, aunque lo suponíamos, nos sacamos todos las caretas.
Cuando llegamos a la disco de Núñez, el lugar explotaba de gerontes y de mujeres.  Mi compañera de ruta propone el otro boliche. Nos escapamos por la tangente, y sutilmente nos despedimos de Gabi.
Llegamos al boliche de Devoto. Tranzamos en la puerta un dos por uno, pues ya era tarde. Mis ojos que no retienen caras, es una lotería si logro encontrarte.
De repente aparece de la nada, nos saludamos pero todo de cachete. Me puentea, aunque me duela. Dice que va por unos tragos y vuelve, pero pocos minutos después lo veo pasar con su amigo, sonriente, y sigue de largo. Me acabo de tragar un sapito.
Busco a Gra, y me encuentro por casualidad con Walter, mi compañero de Alco Liniers, con el que tenemos una estima de tantas cosas compartidas en ese grupo de adelgazamiento. Una vez, nos prometimos dejar el dulce de leche, a cambio de que él haga sus registros semanales. Nunca los hizo, aunque yo bajé el consumo del lácteo.
Encuentro a Gra que baila con un sujeto, quien me presenta a su amigo, y por azar quedamos bailando. Hablamos, reímos, y luego de esquivarlo no zafo. Termina el primer beso, largo y esmerado, pero no es lo mismo que sentí el viernes pasado. Lo cómico es que como bailabamos en el pasillo, junto al borde de la pista, mi peor es nada, bien parecido, al terminar la succión bucal cae redondo, sentado de cola, al piso. Es que se ha dado con los talones contra el borde de la pista. Menos mal que era un atlético profe de gimnasia. En ese momento, abro los ojos al finalizar el beso y lo veo tirado en el suelo. Se incorpora, le pregunto si está bien y después nos morimos de risa. Insiste con el aprete, y sugiere que nos vayamos los cuatro a la casa de su amigo. Un impertinente. Siento ganas de decirle claramente que se vaya, que si está desesperado por sexo, que siga buscando por otro lado en el boliche. Muchas se irían con él, pero yo paso. La pregunta, sobre irnos juntos, se repite, en distintos tiempos y bajo todas las variantes.
De pronto, te veo a dos metros, solo, sin tu amigo, sin tu trago. Sólo capto el brillo de tu mirada, y como quien ve el horizonte, me dirijo hacia vos directamente a abrazarte. Decís que querés saludarme porque te vas. Te disculpás por tu modo de responder los whatsap. Me decís que viajaste, e insistís en mostrarme los tickets. No hace falta, no soy la policía, prefiero mi intuición, y eso es bastante.
Nos sinceramos sobre lo sucedido en estos días. Me ponés unas excusas, que si bien son tu verdad, brota el rocío de mis ojos, más allá de que aún no ha amanecido.
No puedo despegarme, y cuando caduca esa actitud de noble amigo,  ese que se resiste a besarme, estás ahí, de vuelta, alguien te ha regresado. Nos decimos todo, o por lo menos yo lo hago. No me importa nada. Lo que siento en nuestro abrazo, es reconfortante.
Querés ir al baño, y hemos pasado tanto tiempo ahí parados, hablandonos al oído, que no me da la cara para darme vuelta, y mirar al que dejé colgado. Huyo con vos de la mano, y te espero en la otra punta del lugar.
De la nada, aparece un pibe de Dover, que no me recuerda, y se ofrece a incluirme en una lista para entrar gratis al boliche con mis amigas. Me da su celular para que yo escriba el mío. Así lo hago, y me invita a la barra. Le digo que estoy esperando a alguien, rogando que se vaya. No quiero más confusiones esta noche, y me da miedo que salgas del toilette, e interpretes una idea equivocada. Respiro ya que aún no has salido, pero me equivoco, porque apareces a mi espalda. Has visto toda la escena. Me preguntás y te cuento. Decís que vos también me podes incluir en una lista de pase libre.
Más allá de lo anecdótico, parece que unas almas invisibles estuvieran jugando atrás nuestro, moviendo los hilos, como en el hip hop, para ver quién gana de ellos y se debaten separarnos o juntarnos.
Se me cruza la película «Los agentes del destino», y toda elucubración de leyendas, de ángeles y de hilos invisibles.
Después de eso, más besos, más confesiones, más deseos de querer verte. De local, de visitante, con tus mascotas, con una charla eterna, y con lo que surja naturalmente.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Solamente era hip hop...

Clase de hip hop, paso a paso, buena iluminación, profesora copada y didáctica. Disfrutamos de la clase, con un buen estiramiento previo.
Cuando termina comienza a entrar gente al salón, hombres y mujeres, reparten colchonetas. «¿Qué es?» pregunto a una compañera. «Clase de abdominales». Ingresa un pelado y nos saluda uno por uno. Es el profe que con una sonrisa, nos ha hecho ejercitar de lo lindo. Abdominales en todas las posiciones. Recordé cuando entrenaba básquet a los quince años con «Musculito», así le decían al entrenador.
Aunque ayer, apenas podía seguir el ritmo, pero las piruetas que hacíamos me producían risa. Me divertí, hasta que el profe apareció con unos discos gruesos y gigantes de caucho del tamaño de una taza de rueda de auto. Yo ni soñando iba a levantar eso. Pues soñé, no me quedó otra, nos pasábamos la pesa gigante en cada subida de nuestro abdomen. Interceptado con lagartijas, fuerza de brazos que es lo que menos tengo. Pasaron los treinta minutos más intensos de los últimos tiempos. De pronto me hizo acordar a Rami, y su energía e inventiva cuando nos uníamos en el medio de tantos besos y caricias.
Fin de la clase, espero la profe de zumba, que no viene.  El pelado me invita a unirme a su clase de spinning. Otra media hora a todo galope, mirando hacia abajo o hacia la derecha, donde abajo todos están a full corriendo o haciendo ejercicios en las máquinas. Es que otra vez, las luces psicodélicas de colores me molestan.
La he pasado lindo. Y hoy con ganas de atravesar las nuevas locuras del gimnasio. Hay que atreverse.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Asomando al entusiasmo

Más allá de mi reflexión de ayer, me hizo muy bien empezar el gimnasio.
La energía cambió.
Salí de la clase y quería ir a caminar a la plaza. Lo postergué porque ya era tarde.
Fue la conjunción de la música, la aceptación del cambio de iluminación por la profesora, la interacción con la gente, y el moverse a ritmo.
Voy a traer todo lo que haga bien a mi vida. Aunque me cueste decidirme y arrancar. Diseñar los hábitos, y no claudicar en el intento.
Amarse es darse uno primero. Dejar de postergar. Correr por la suerte. Buscarla. Desearla, y hacer algo.
Es que vengo escuchando tantos clientes haciendo deporte, bailando, corriendo, andando en bicicleta, nadando... que me persuadieron, a Dios gracias.
Que tengan buen día, lo mejor hay que ir a buscarlo.
Y por añadidura, cuando tu aura cambia, ese imán invisible es un verdadero llamador de lo potable.

Prender la luz blanca

Hoy me decidí. A hacer algo para mí, fui a zumba. Contenta por la decisión, me llevé un chasco. Me encontré con una clase a oscuras, con un juego de luces de colores en continuo movimiento, que me encandilaban y me mareaban.
Le dije que estaba todo oscuro, que no veía nada, y pretendió solucionarlo, ubicándome  al lado de ella, adelante. Peor porque la luz colorida más me encandilaba.
Ese tipo de luces, por el juego de movimiento que hacen, son inconvenientes para personas que padecen epilepsia, pues altera el sistema neuronal y puede provocar una crisis epiléptica. Lo mismo puede suceder si se expone un epiléptico a ver ciertos dibujos animados, que se desarrollen con ese tipo de movimiento de luces e imágenes intermitentes. Me lo ha explicado el médico en relación a los cuidados que debía tomar con Julieta, cuando era pequeña.
En mi caso, que mi vista no es la más óptima, toda esta situación era bastante incómoda. Y  aunque estaba con mis lentes de contacto, no estaba disfrutando de la clase en absoluto. Después de media hora, se lo dije nuevamente. Ahí se dio cuenta, y prendió la luz, aunque las luces azules, rojas y verdes seguían en plena actividad, y aunque no me mareaban tanto, había quedado en mi cerebro grabado ese permanente juego fotógrafico de flashes, por lo cual tenía que hacer un esfuerzo para evitar mirarlas porque me seguían molestando.
La idea es que si vas a una clase de zumba, vas a aprender pasos, y a seguir una coreografía. Imaginate el trabajo de coordinación, con la dificultad visual de tener que adivinarlo. Porque estábamos en penumbras.
Me pregunto ¿dónde está el sentido común?
Esta frivolidad es parte de esta moda donde todo es espuma, pero nada es claro.
Sé que para algunos será una exageración lo que planteo, pero ,¿dónde está la seriedad o la profesionalidad para encarar una tarea como esta?
Pienso que nos llenamos de cosas superfluas, y no cuidamos lo esencial. Tanto en este ejemplo que doy, como en las relaciones actuales, donde el compromiso está visto como demodé, y la frivolidad como un código usual. Es decir, lo lógico termina siendo descartado.
Hoy la luz blanca era lo lógico en la clase de baile, y lo perturbador era la oscuridad porque no podía ver los pasos.
En este sentido, esto es lo que tenemos que revertir hoy: poner lo lógico adelante, y deshacernos de esa perturbadora frivolidad, que no nos deja ver dónde pisamos, con quién estamos. Y en el medio de esa confusión o estado de penumbra, es difícil mirarnos a los ojos como sociedad, y por eso se dificultan tanto las relaciones humanas. Ya que el compromiso,  la preocupación por el otro, y la autenticidad, están desvalorizados.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Desde la profundidad del estanque

De noche, no escucho tu voz, no recuerdo tus palabras.
El péndulo contesta lo que mi corazón necesita.
De todos modos, me siento liberada.
Me hace bien descargar, aliviana mi sueño, para que desaparezcan tus pecas.
¿Cómo es sentir únicamente con los instintos, sin mediatizar los sentimientos?
Hoy reemplazan este término por «emoción», pero creo que una persona que registra del otro lado, a un ser humano, debe preguntarse: «¿qué siente?» o «¿sentirá lo mismo que yo?».
Por eso digo que «emoción» es otra palabra de moda, y no lo que realmente sucede cuando un alma se encuentra con otra.
Y desde ese lugar, la única manera de mirarte es con los ojos que desbordan ese brillo que viene desde la profundidad, y sólo si tenés ternura y comprensión por el otro, podés entenderlo.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Amorosa sí, ingenua no

Tres días para desenamorarme.
Respuesta a un audio, veinticuatro horas después, con dos palabras: «Muchas gracias». Al que contesté, sin atragantarme: «De nada».
En la psicopatía se pasa de la dulzura a la frialdad, sin culpa, y con pleno disfrute de sentir la angustia del otro.
Menos mal que no me fui con él, hace tres noches, porque estaría llorando por los rincones.
Por suerte, le escribí a un conocido para que nos contacte con una radio para hacer programa. Eso me sacó de foco, y como la energía se percibe, así estés a kilómetros de distancia, el psicopatón usó sus dedos para deslizarlos en el teclado, y soltar como si diera un vuelto: «Muchas gracias».
Agradezco a Dios que siempre me cuida, porque le pido que lo haga.
Tenemos mucho que hacer en este mundo, para dejar que un sujeto nos quiera tapar el sol con la mano.

No sueñes que se terminó... porque apenas empezó

No me puedo dormir. Hace rato que alguien no me inspiraba a escribir. Tenía el blog olvidado, harapiento, casi te diría con telarañas por todos los rincones. Pero alguien abrió una ventana, sin permiso, y se empezó a filtrar la luz. Como esos rayos de sol que hacen juego de luces y sombras en el flotar del polvo.
Es cierto que en este tiempo, estaba tan out, que ni siquiera tenía ganas de sexo. Sin embargo, un combo perfecto se desarrolló como el esbozo de un cuadro a pinceladas crudas: la música, el baile y tus masajes en mi espalda, más tus besos robasueños, me llevaron a un punto en que sólo experimentaba el estiramiento de un círculo perfecto esperando por el dardo de tus deseos. Eso era lo que sentía, cuando te decía que me moría de ganas, y vos más te esforzabas para que cediera.
Mencionaste que me ibas a cuidar, palabra que resonó, como un cuenco tibetano en mis oídos. Si supieras que hace tanto tiempo, no siento que alguien me cuide, que esa frase fue otra varita mágica como parte de tu hechizo.
Lo hubiera hecho con gusto, pero la última vez que me dejé llevar por mis instintos, salí peleada del telo.
Me pregunto, si te habrás ofendido por no haberme ido contigo, señor egocéntrico... lo digo con cariño.
Por lo menos ahora, se me ha ido el dramatismo. La angustia y la ansiedad han desaparecido. Porque si no me llamas, estoy segura de encontrarte en el mismo sitio.
Recuerdo que dijiste haberme visto tres veces, antes de acercarte a la pista. Te dije que estaba aburrida, y que casi estaba por irme. Señalaste que no era así, y que incluso me viste muy bien acompañada. En ese momento, no se me ocurrió nada. Pero luego, hice un raconto, y recordé tres ocasiones. Cuando bailaba con frenesí con mi amiga. Cuando en la barra, se acercó un amigo fachero de Dover y tuvimos un breve diálogo, mientras él se tomaba un whisky. Y por último, cuando un pesado, pasado de copas, me sujetó las muñecas levantándome las manos para bailar con tanta fuerza que no podía zafarme. O sea, que sos experto en hacerte la película.
Ahora que ya hice mis descargos, espero vencer al insomnio, y de verdad soñarte como antesala del show en vivo.

El libro más antiguo del mundo: ¿Amor es una palabra extraña?

Domingo feriado, es la noche.
Despierta. Quiero salir, pero no salen. Mis amigas ocupadas: con el novio, de vacaciones cortas, en casa de la madre, etc.
Salir para encontrar un amor.
Otros para tener sexo.
Están los que se refugian en la barra, los que no se animan a hablar, los que toman coraje con un trago.
Mañana voy a despertar, pensando porqué no salí. Seguramente fastidiada, sólo por eso. Hasta que me resigne y se me pase... cuestión de minutos.
Ya sé, el viernes la pasé bárbaro, pero todo es tan efímero.
Y encima sin perder zapatos, sin carroza porque no puedo bajar la aplicación de uber, sin príncipe porque no me llama....jaaa... no es una tragicomedia. Es la vida en la era 2018, donde el amor, el romance, el que alguien te quiera, que te sostenga de la mano, parece un libro antiguo caído de la biblioteca, o un best-seller agotado.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Aceites de mi cuerpo, aromas de mi alma

A veces se siente en el alma, es como el ida y vuelta del universo, la energía que se emana. El sexto sentido.
Un popurrí de frases bellas en un pañuelo de abrazos. Asado preparado por tus manos, con la compañía de tus gatos. El Sivori, el jardín japonés, la charla íntima sobre el I Ching, el Feng Shui, y todos los mazos del tarot que prácticamente regalé en una librería hace años, porque no podía dejar de tirarlos. Por esa misma razón, mientras vos sos fan de la astrología y el esoterismo, yo he dejado todo esto a un lado. Aunque, de vez en cuando, una guiñada de ojo, me hace consultarlo. Sólo me quedé con el oráculo del tarot de Osho Zen, su lectura, al pie de la letra, párrafo a párrafo, es un seminario completo de sabiduría. Osho no escribió libros, pero sus charlas fueron recopiladas en textos. Amaría pasar una tarde disfrutando con vos este intercambio.
A veces, el péndulo de cuarzo rosa que compré en San Luis, contesta mis preguntas. Me calma como un bálsamo. Pero la sensibilidad es la parte más importante de mi alma. Disfruto, gozo, me entrego, aunque no haya todavía sexo. Mientras que el tic tac mental, intenta frenarme con su desconfianza, su protectora cautela.
¿Es tan difícil un encuentro, un intercambio? ¿Siquiera, unas palabras electrónicas que le den sentido a nuestra existencia?
Decir amor, parece ser mala palabra. Un clishe pasado de moda, una obra de arte tan antigua que a nadie se le cruza por la cabeza, comprarla.
Pero mi corazón no está en venta, sólo necesita de alguien que pueda valorarlo. Sin prometer nada, sólo dejarse llevar en esta subasta, como un experto en arte, donde se valora el desapego del artista, la buena calidad de las pinturas y el vuelo expansivo del autor, que tiene las manchas frescas esparcidas en su cuerpo, de tanto sudor sensual que hicieron brotar esos abrazos.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Fútbol mata galán

Cuando pensás en no ir más a un lugar y las circunstancias te conducen ahí.
Y la recompensa es que te va bien.
Muchas coincidencias en una mezcla candente que se extingue al amanecer. Como dice un amigo, me desintegro cuando sale el sol.
Mis ojos me demandan dormir cuando la luna custodia las estrellas, y yo hubiera deseado que el custodio del brazo tatuado con la mano de los cinco mandamientos, que desconozco cuáles son, hubiera terminado la tarea que anoche postergué.
Fútbol extenuante, dio motivo para aplazar la montaña de caricias que nos debemos. A decir verdad, mi letargo se hace presente, acostarme a las siete de la mañana, tiene su costo.
Espero verte, y me encantaría conocer a tu pequeño moreno de cinco años, cuando venga para las fiestas.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Gripe, tos y miedos infundados

Que esta tos, resfrío, catarro, representa una pequeña crisis de algo que no quiero enfrentar, dice el libro, es cierto, y me hago cargo.
Que es el modo de mantener alejados a las personas, también es verdadero.  Y sí, a una persona en especial, que si bien quiero ver, mi inconsciente dice que no. Le agarra chucho, miedito...bla bla bla... y todas esas cosas que no he podido superar: ¿Enamorarme y sufrir? ¿Exponerme otra vez? ¿Que me lastimen nuevamente? ¿Padecer maltrato?
Todo eso fue pasado Ely ¿Cuándo lo vas a entender? ¡Sos dura eh! Dura como un cascote! Fuiste a la Universidad, pero tu corazón parece que no, que está atrasado diez años luz ¡Qué barbaridad! ¡Querida soltá los trapitos! Son viejos, están podridos, son hilachas que se vuelan con el primer viento. ¿Cuándo vas a evolucionar? ¡Tanto leer Brian Weiss! Y tanta psicología al pepe...
¡Madurá, crece, despertá!
¡Tenés que atravesar esto, darle la mano y confiar!
A pesar de la edad, de que ayer volviendo del shopping, ya no te interesaba verlo, y no entendías porqué, hasta que te diste cuenta que te habías cruzado con bebés hermosos, y que sabías que es algo que él tiene pendiente, y que eso es algo imposible para vos. Ahí te enfrentaste con la realidad, con el deseo del otro, y clink caja hizo tu inconsciente: cuenta cerrada.
Te la pasas boicoteando tu vida de tanto pensar. Tomá Scleranthus y dejate de joder! Saca el pie del freno, apreta el acelerador y disfrutá este viaje, dure lo que dure. Que él no es un ingenuo, y sabe lo que hace. Por algo fue a ese boliche de gente grande.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Trabajo versus respeto

Nos decepciona.
Nos duele.
Porque son nuestra sangre, pero las acciones y las palabras elegidas por personas arrogantes, no tienen en cuenta la fragilidad de quien tienen enfrente. Ni el parentesco, ni que es una adolescente, que tenía depositado en él, toda su confianza y lealtad.
Es su primera relación laboral, y deseo que pueda deshacerse de este mal capítulo. La vi llorar tres días y me preocupa. Ella debe saber que se merece lo mejor.
Es cruel. Es doloroso. Pero tal vez pasó porque esto debía tener un final, un adiós.
Ahora está decidida a encontrar un mejor lugar, mejor pago, y un nuevo trabajo aparecerá.
Dios la proteja.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Bendecir con el rocío

Te extraño.
Te pienso.
Podemos jugar a que no hay edad.
Siempre me gusta ser clara, pero hoy no quiero claridad, sólo dejarme llevar.
La tormenta de la gripe está pasando, las nubes alejando, tanto... que sólo quiero cerrar mis párpados y hundirme en tu hombro.
Sin límites. Sin exigencias. Sin condiciones.
Lo único que necesito es comprensión, y el pensar en esta idea hace que el rocío del amanecer limpie mis ojos, para ver una nueva realidad, sin Halloween, sin cucos que aún no puedo olvidar.