jueves, 20 de junio de 2019

Hijos del destino

Me estalla la cabeza de escuchar sermones. Tiene razón, en gran parte, pero quién no se equivoca siendo padre. Uso este término en sentido genérico. Ser padres. Guíar y soltar. Volar... hacer tu rumbo. Crear desde el sentido más auténtico. Ser vos. Hacer tu impronta. Sin que te importe nada. Hacer a pinceladas los bocetos desfachatados de tu vida. Creer y confiar en tu imaginación. La receta propia, sin receta. Porque nunca es igual, por suerte. Si no, sería muy aburrido.
Como en portugués brasilero: inventemos palabras. Para divertirnos, para hablar más fácil, para inventar un nuevo idioma. El idioma de la libertad.
Quiero que hagas tu vida, que seas feliz, que nos independicemos. Va con c, o va con zeta? ¿Cuál es la regla ortográfica que debo inventar?
Quizá que no hay reglas.
Y que escribas tu camino como te plazca. Sin condicionamientos, ni los de tu cabeza, ni el de mis opiniones, que ya no deben tener ingerencia.
Únicamente con tus pasos, con tu dirección, con tu brújula.
El viento debe correr a tu favor. Y que puedas sorprenderte con el clima. Sin pronósticos vaticinadores que se equivocan, y que rompen con toda esa intuición que es sólo tuya.
Sueltate. Te suelto. Déjame soltarte. Sé que lo quieres. Enseñame a hacerlo.

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