domingo, 6 de mayo de 2018

¿Hacia dónde voy?

En estos días leí un libro hermoso de Elizabeth Kubler-Ross.
Hace un par de días, un amigo del grupo de Dover murió, luego de unos llamativos spots en su Facebook, de un paro cardíaco mientras dormía.
Hace tres semanas, mis padres han ido a la Virgen de Salta en busca de un milagro.
Estando en casa de una amiga, me llamaba la atención un libro que veía, de lejos, en la biblioteca, sin llegar a distinguirlo. Luego de un incesante lapso de curiosidad, me acerqué a verlo: «La rueda de la vida».
No sé si es todo junto, que de a momentos siento una ligera tristeza.
¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Seguir aburriendome o hacer algo distinto?
Me urge salir del letargo, y que algo me entusiasme. Es que ya ni siquiera se me ocurre enamorarme.

El living es un desorden. Tantos papeles para hacer los informes, que no se quieren ir a su lugar. No se quieren guardar. Están rebeldes. Ocupando una centralidad que no merecen. Desvirtuando mi mente para no pensar.
Me ahogo en un vaso de angustia, medio vacío o medio lleno. Depende de la perspectiva del día, o de la cantidad de lluvia caída.
Necesito un sol este domingo, que me invite a salir, a entibiar mis heridas.
Ponerme los rollers para sentirme libre, viva, con energía.
No se puede estar solo cuando el corazón tiene trizas.

¿Cómo hago para hacer durar al menos una dieta? Mantener una conducta que me ordene.

Gritar al viento que necesito libertad, que necesito un motivo para sostener una meta. Creo que bajando todos esos kilos que me pesan, recuperaría un estado de vigor que ahora no tengo. No sólo es la estética, ni el peso real que se carga a expensas del cansancio, sino una cuestión de autoestima y fuerza personal, que hoy necesito con desesperación. Porque verme bien y tratarme bien, es quererme.

Fluir, intuición, soledad, ideas nuevas... ¿Para dónde voy en este zig zigzag que me aprisiona, que me arroja del camino, que me hace trepar como sea para sentir que el aquí y ahora, tienen sentido?

La culpa es mía. Por quedarme en la chatura, por no creer en mis planes, que se esfuman con una brisa.
Sin plan, sin organizarme, sin disciplina, no pasa nada.
Las cosas no se hacen de repente. En este caso, necesito sostenerlo en el tiempo.

Debo hacer un viraje. Ángel de la Guarda, si estás ahí, ayudame, que sola no puedo.

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