martes, 30 de noviembre de 2021

Tres hermanos

Ayer un amigo de papá me escribió para pedirnos permiso para poner una foto de nuestro padre en el encuentro anual de avicultura que dura tres días, en Costa Salguero, para rendirle un homenaje. Obvio que está más que autorizado, y esto me inundó de lágrimas. Antes de esto, se acababa de enterar de la muerte de mi madre, y me preguntó cuándo había sido: exactamente 14 días después de Father.

Un rato después suspendí la terapia del día de hoy, que además de cara, me angustiaba. Bueno, a otra mariposa, o a otra flor, ya no me acuerdo cómo era el dicho.

Horacio, el chico de enfrente, mi vecino de la niñez, es el que ahora suplanta a David. Con la diferencia que éste me cobra, y no se pone cariñoso. Estoy tranquila así.

Reparó la pileta, la pintó, y arregló un par de cosas. Hace años que no se llena porque en el barrio había poca presión de agua. Esperemos que se llene, porque eso hasta el momento no ha cambiado. Aysa, mañana corta el agua por reparaciones en la zona, quién te dice que se produzca el milagro?

Milagro soy yo, por efecto de Alco Liniers, que estoy haciendo mi dieta. El sábado fue la primera reunión presencial después de un año y ocho meses de pandemia. Sin embargo, yo había dejado antes, en 2019, por una cotilleria (como dicen en la serie española que veo por las tardes).

Esta mañana el sol está radiante. El cielo está claro, celeste, lleno de promesas para ser cumplidas por las personas que apuestan a vivir más, a vivir con alegría, a no juzgar y aceptar nuestros tiempos, nuestras sincronizaciones de amor, de perdón, de hermandad.

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