martes, 30 de octubre de 2018

Bellos faroles

Dulce de leche,
mi calmante.
Esta noche
en la mesa de luz.

Gripe y resfrío,
significado psicológico:
confusión, miedo,
suceden demasiadas cosas
a la vez.

Me cuesta respirar.
El 242 un poroto.

La vida se desvana en hojuelas
de un árbol de otoño
que ya no puede más.
Quiere llegar al invierno,
dormir,
y olvidarlo todo.
Nadie se entrega en Navidad.

Sin embargo,
no se ha percatado,
es primavera.
Tiene un desfasaje de tiempos
en su inconsciente.
Un collage que reflota
con cada encuentro,
hasta que aprenda a confiar.

Mientras tanto,
las luces de la calle
iluminan el camino por tramos,
porque los tilos encapsulan
el tenue brillo
de las altas lámparas.

Con su frondosidad
cualquier sesgo de duda,
se disimula,
y la incertidumbre
se disfraza.
Para no sentir,
para no exponerse a nada.
Lo hace tan bien
que nadie parece darse cuenta.

Camuflada en la noche
esconde ese rostro,
que alguna vez lloró.

Apagó la luz,
y se mimetizó
con la actitud social general.

Y por su costo energético
se privatizó.
Aumentó tanto su tarifa
que nadie accedía a su esplendor.

La luz la entregó,
y ya no sabe encenderse,
excepto que
un noble corazón
la ponga en marcha nuevamente.

Puedes cruzar ese camino oscuro,
porque ya no hay callejón.
Solamente
abriendo los ojos
como bellos faroles
para encontrar el amor.

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