jueves, 12 de marzo de 2015

Hombres sobran, ubicados faltan

Hace seis meses que conocí a Patovica, esa noche que apareció Rami, y lo colgué porque el salteño me bombardeaba a mensajes. Como el grandote, después de bailar y charlar casi toda la noche, no me dio ni un beso, nunca comprobé si tenía piel con él.

Cada tanto ex Patovica (porque se desinfló), me escribe, me llama, etc. Aparece como de la nada, de la galera. Y eso me hizo pensar en darle una oportunidad y verlo. Por ay, después de tanto hombre que conozco, tal vez, quién sabe, lo dejé pasar y quizá valía la pena. 

Ex patovica, se desinfló hace un tiempo (me mandó una foto de sus vacaciones, para hacérmelo saber), y  ahí me di cuenta, que a raíz de su diabetes, ha tenido que ponerse a dieta, obligadamente. 

Con esto no lo estoy discriminando, más si yo misma siempre intento bajar los kilos rebeldes, pero lo expreso, ya que el apodo de patovica tenía más que ver con su exceso de peso que con sus músculos. 
Y aquí, va mi prejuicio, no me gustan los que le dan mucha bola a su cuerpo, los obsesivos que se miran al espejo, encima él se había presentado como fisiculturista. 

Siempre dije que los que están muy pendientes del envase, tienen poco de esencia. Tal vez me equivoque y sea un prejuicio, pero cuando la autoestima está bastante fuerte por dentro, no se presta tanta atención a lo de afuera. 

Lo cierto es que en esta última semana había aparecido de vuelta en el celu, así que le expresé que quería verlo, el sábado, cuando pasara este calor infernal y lloviera. Es que el pibe transpira mucho. Recuerdo aquel sábado en San Telmo, se le caían las gotas de la frente, y cuando se sacó la blanca campera, casi me muero. Le dije a Sil, que si hubiera visto la camisa llena de florcitas pequeñas que llevaba puesta, ni loca le hubiera dado bola. Es que me da gay, o puntillita. Prefiero las camisas rayadas o lisas, son las que me pueden, dan más masculino.

Elegí sábado, porque el viernes es mi noche con las chicas, ya que me voy al pub costero, y eso no me lo pierdo, es nuestro lugar top secret

La cuestión que el escaso de cerebro, malinterpretó todo. Me mandó un whatsap diciéndome que me fuera el viernes hasta sus pagos (a 30 km de acá), para cenar en su casa. Traducido: ahorrarse el viaje, el café y el telo. Pero oh... detalle, si nunca nos besamos, de dónde sacó que me acostaría con él...? Un idiota, con perdón a los idiotas. 

Obviamente que recibió mi respuesta: Me malentendiste. Quería verte pero no estoy desesperada. Hombres no me faltan si quiero, pensé que eras distinto. Todo bien igual.

Acto seguido, recibí un audio de él, diciendo que la que malentendí fui yo, y que como llega muy cansado de trabajar, pensó que sería bueno recibirme en su casa, bla, bla, bla.

Con toda esta anécdota, que al final me resultó divertida, porque nunca me cerró el fulano, se me pasó toda la depre que tenía porque las monedas no me alcanzan. Y así que mientras brota mi creatividad para ver cómo sumo entradas, me he puesto esta mañana a diseñar mi sillón para el living. 
Es que cuando volví de pagar las boletas mensuales, encontré tres pallets a una cuadra de casa, que traje con mi hija, con gran esfuerzo, porque eran de tan buena madera, que pesaban muchísimo. 
Pues bien, los monté uno sobre el otro, los cubrí con una alfombra, luego una colchoneta liviana, y una manta celeste que adoro. Lo llené de almohadones y voilá: el sillón para tirarnos a ver la tele, ya está listo. 
Así que, no tendré a mi hombre todavía, pero sí donde acomodarme con esta notebook a escribir historias de todas las almas que conozco hasta dar con el amor de mi vida.




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