viernes, 13 de marzo de 2015

Necesito un amor que me quite el hambre

Viernes al atardecer, ya todo arreglado para esta noche. Los malestares pasaron, al menos veo las cosas de otra forma, y no estoy hablando de amores. Ya eso no me preocupa, y al menos esta noche me daré una chance.

Activé las neuronas, más bien las acciones, y llamé al centro al que concurrí el martes, para ver si logro hacer integraciones escolares. Es una buena opción, y me recuerda la época en que di clases de inglés en un colegio estatal. Tenía 4°, 5° y 7° grado, léase para los que visitan este blog desde otras esferas de la tierra, niños de 9, 10 y 12 años. 
He contado en el libro "Lo que atraes", algunas de las experiencias creativas que propuse en esas clases. Sobre todo lo que más me interesaba era que los chicos se sintieran cómodos en clase, superar la timidez, no tener miedo de pasar al pizarrón, ser creativos, y sobre todo confiar en sí mismos, en que pueden lograrlo. 
Me preocupé especialmente, por esos chicos dejados de lado, que se sintieran importantes, una vez en la vida. Es el día de hoy que conservo todos los dibujos con leyendas que me regalaron, el último día de clase. Los encontré haciendo orden general hace unos meses, me emocioné leyendo sus palabras. Como maestros tenemos una influencia muy poderosa en los niños, por eso, saber usar esa herramienta puede ayudarlos tanto, más en estos tiempos en que se vive hoy en día, donde los padres trabajan, y la frivolidad y violencia en los medios de comunicación es una constante.

Ojalá surja ese trabajo. Me cambiaría el panorama, aunque igual ya estoy más tranquila. He logrado relajarme.

Hace un rato hablé con mi dupla de ALCO, es una manera de ponernos las pilas con la dieta y no boludear tanto. Es que este verano, con el calor dejé las caminatas, más los dulces de la panadería, me hicieron aumentar cinco kilos, y eso que nadaba.
Además, me faltó esa cuota amorosa de cuidado masculino, que me deja como flotando en el aire, y además me quita el hambre.
Al respecto, mi dupla acotó que no podemos depender de eso para cuidarnos. Y tiene razón, no podemos depender de un beso, de un mimo, de un mensaje de texto para que la ansiedad se calme. 
A ella, el sexo le funciona como calmante, y deja de comer al instante. En cambio, a mí, no es el sexo lo que me produce ese efecto, aunque sí hacer el amor me encanta. Pero lo que me produce esa sedación y como efecto adelgazo porque realmente no tengo hambre, es cuando alguien que me gusta se acuerda de mí, se hace presente, con un llamado, con un encuentro, con esa continuidad que te va entrelazando como una enredadera florida y seductora, que es estar entre sus brazos.

Así que volvimos al ejercicio, comenzando con las caminatas en la playa. Ahora sumo a Juli, para que haga un poco de actividad física, y nos reímos en la plaza, cuando luego de caminar casi una hora, vamos a los aparatos que la Muni ha puesto en el parque. Es el momento en que mi adolescente se afloja, se le va el malhumor, o logro desarmar ese silencio donde su mente quién sabe adónde vaya.

Esta noche calculamos hacer un camino distinto, así que veremos cómo resulta. Ya la iniciadora de este recorrido, me preguntó por facebook si hoy vamos. Y claro, la cita es infaltable, ojalá Dios nos acompañe.


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