viernes, 13 de marzo de 2015

Money, no es sólo de Pink Floyd

No sé por dónde empezar. Hoy el tema no es el amor. Es el trabajo. Cómo la inflación se come nuestro dinero, y nada alcanza. He pagado en estos días una serie de cosas básicas, las que se abonan mensualmente, los servicios, y tengo que reducir algunos, y anular otros. Entonces te das cuenta cómo te atrapa el sistema. Todo es parte de todo, y de nada a la vez. Y mis preguntas se amplían, y mis respuestas por momentos no encuentran salida.

No es fácil. Tengo que reconocerlo. Estar sola y hacer los números. Y sin querer, hablo de nuevo del amor y de la energía que te aporta. Dos sueldos te cambian una casa. Es otro paradigma. Es que como nunca he vivido así, ni lo pienso. 

En la desesperación he entendido a los marginales, aunque nunca haría nada de eso. Pero palparlo te hace pensar y captar muchas cosas.
La injusticia y la falta de equidad de este mundo. La democracia que es muy poco cierta, porque los que gobiernan se engrosan los bolsillos, y hasta laburar de manera digna tiene topes, restricciones, e impuestos ridículos.

Trato de tener fé, de pensar que esto es sólo un momento. De que las cosas mejorarán. Y no desesperar. Pero a veces me cuesta.

Escribir es un desahogo que necesito hacer, aunque no me gusta exponerme de esta manera. Pero para quién escribo? ¿Para la parte careta de mí misma, o para la verdad que siento en este momento?

Quisiera entender porqué estoy atravesando esto. ¿Qué me demanda? ¿Qué debo hacer? ¿Dónde explorar? ¿Cómo salir adelante? 
Y entonces, paro un instante, respiro, y pienso que esto ya va a cambiar pronto, que las cosas se solucionarán. Que Dios me oiga.


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