No sé por dónde empezar. Hoy el tema no es el amor. Es el trabajo. Cómo la inflación se come nuestro dinero, y nada alcanza. He pagado en estos días una serie de cosas básicas, las que se abonan mensualmente, los servicios, y tengo que reducir algunos, y anular otros. Entonces te das cuenta cómo te atrapa el sistema. Todo es parte de todo, y de nada a la vez. Y mis preguntas se amplían, y mis respuestas por momentos no encuentran salida.
No es fácil. Tengo que reconocerlo. Estar sola y hacer los números. Y sin querer, hablo de nuevo del amor y de la energía que te aporta. Dos sueldos te cambian una casa. Es otro paradigma. Es que como nunca he vivido así, ni lo pienso.
En la desesperación he entendido a los marginales, aunque nunca haría nada de eso. Pero palparlo te hace pensar y captar muchas cosas.
La injusticia y la falta de equidad de este mundo. La democracia que es muy poco cierta, porque los que gobiernan se engrosan los bolsillos, y hasta laburar de manera digna tiene topes, restricciones, e impuestos ridículos.
Trato de tener fé, de pensar que esto es sólo un momento. De que las cosas mejorarán. Y no desesperar. Pero a veces me cuesta.
Escribir es un desahogo que necesito hacer, aunque no me gusta exponerme de esta manera. Pero para quién escribo? ¿Para la parte careta de mí misma, o para la verdad que siento en este momento?
Quisiera entender porqué estoy atravesando esto. ¿Qué me demanda? ¿Qué debo hacer? ¿Dónde explorar? ¿Cómo salir adelante?
Y entonces, paro un instante, respiro, y pienso que esto ya va a cambiar pronto, que las cosas se solucionarán. Que Dios me oiga.
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