miércoles, 23 de septiembre de 2015

Me asquea que me confundan

No doy más de las puntadas en la cabeza, y sé porqué son. Los tipos no pueden ser tan idiotas y tan desubicados. Si alguien se mete con un paciente mío, después que no quiera tener rosca conmigo. ¿No saben que nuestra profesión tiene un código de ética? Tan poronga son, que no lo saben? Desubicados al máximo, con estudios y sin ellos, me tienen las bolas llenas. O al plato. O como corno se diga. No estoy para aguantar a nadie. Yo que amo lo que hago. Que le pongo la mejor onda para que un paciente se sane, sea feliz, encuentre pareja y viva plenamente. ¿Y a mí me vienen a romper las pelotas, porque se calentaron con mi forma de escribir y de ver al mundo? Dejenme de joder. No quiero saber más nada. Es la segunda vez que me pasa. No me rompan las pelotas. Hay mujeres por todos lados, justo para querer meterse con la psicóloga de una ex. Unos idiotas que me dejan perpleja, atónita y lo peor de todo, asqueada. Porque esa es la sensación que tengo: asco. Porque parece que no han entendido nada, quién soy, qué códigos tengo, después de saber cómo vivo, y lo que pienso a través de estos escritos. Son unos pelotudos de primera. Los detesto, porque me dejan con esta sensación o este sentimiento de culpa que nunca tengo. Porque no entienden que trabajo con seres humanos, que no son perchas, ni zapallos, ni juguetes. Son seres de carne y hueso a los que se debe respeto e integridad. Y justo yo, que soy de Virgo, ese signo que se caracteriza por lo puro y lo transparente, por lo recto y lo derecho. Me rompe soberanamente las pelotas que confundan quién soy por cómo escribo, o por quién elijo para tener sexo. Yo muero de amor por los que valen la pena, por lo menos hasta que me desilusionan. Pero no me vengan a joder, señores grandes calentones, cuando pasó su cuarto de hora. Hay momento para todo. Cuando el tren pasó, quedate en la vía mirando el cielo, porque lo único que vas a ver es el poniente. Pero a mí no. Que quede claro. La psicología es algo que se lleva en el alma, y ayudar a cada uno que toca mi puerta tiene que ver con compromiso, con amor al prójimo y con lealtad sobre todo. Por eso, tenemos algo que se llama secreto profesional. Y también por eso, tenemos un código de ética. Y no precisamente para usarlo de repasador o fregadero. Sino para vivirlo en carne propia, para que se haga sello en nuestra alma, lo cual implica que cuando una persona confía en nosotros, o sea, nuestro paciente, es ayer, hoy y para siempre. Que les quede claro, señores, y si están calientes, vayan a levantarse una mujer, como corresponde. Poniendo huevos, valentía y amor universal por el prójimo. Ya que eso se demuestra en cada acto individual de una persona, en sus elecciones, en sus acciones y en sus declaraciones.
He dicho, y no me rompan más las pelotas. Si escribo este blog, es porque quiero escribir mi segundo libro, que precisamente va a estar constituido por los artículos más representativos de este blog. 
Blog que intenta representar a miles de hombres y mujeres que quieren encontrar el amor, que pasan mil peripecias, y que aunque a veces lloran y sufren, no dejan de sonreírle a la vida. Porque la vida es bella, y aprender a disfrutarla implica el compromiso en cada instante, con cada persona, con cada ser, sea un animal, una mascota, un compañero de trabajo, un amor de una noche.
Amamos todo el tiempo, y en esos pequeños actos, si damos lo mejor, vuelve. Siempre vuelve.

Y por favor, que este dolor de cabeza se vaya para siempre.

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