Un balde gigante de Flores de Bach para sumergirme en ellas.
Tengo que repuntar. Dejar de salir, no es bueno. Las cosas se dieron así, todas nos abrimos, por distintos motivos: los hombres. No sé porqué determinadas mujeres desaparecen del mapa cuando se ponen de novio. Entonces parece que amistad no hubo. O que verse es mala palabra.
En cambio, los hombres preservan su grupo, su día de reunión, o su partido de fútbol.
Mañana empiezo el club. Veremos. Pero veo una pelota y ya quiero jugar a lo que sea: voley, básquet, fútbol.
Al Timón ni vamos hace un mes, con el frío, las lluvias, las ocupaciones de Juli. Y cómo extraño la naturaleza.
Un nuevo avance en casa: arreglé la ducha. Falta todavía para terminar el trance del baño a punto, y bancarme la informalidad del plomero. Impuntual, ausente, olvidadizo.
Hay una radio que escucho, y al anochecer, cuando preparo la cena, la música de apertura del programa me transporta, me lleva... Y la verdad que me gustaría colaborar en algo, aunque sea por hobby, pero no me animo a ir, porque doy por sentado el rebote. Es extraño, porque no soy así. Total qué pierdo. Y he comprobado, últimamente, cuántas cosas dí por sentado, por no atreverme a preguntar. El pedir no siempre es una molestia. A veces, es una oportunidad sesgada por los prejuicios, por las trabas de nuestra mente, que no nos permiten verlas. Hay que animarse.
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