Anoche estaba en el gimnasio cuando recibí el mensaje de que esta vez no había plasmado el nivel. Eso fue por boludear, por tomármelo a la ligera, por no esmerarme, ni confiar. Desperdicié un año de espera. Y no sé cuánto tendré que esperar para tener otra oportunidad. Yo me la busqué. Todos somos responsables de lo que hacemos. No queda otra.
Cambiando el tema, salir el finde me cambió la onda. No puedo delatar en este blog quién vino, quién me hizo pata, pero la pasé bárbaro. Como en los viejos tiempos. Sin pensar en nada, sólo en divertirnos, en pasarla bien, en disfrutar. A pesar del frío, del viaje en bondi, del San Telmo viejo y querido.
¡Qué bien que nos hace estar con amigos! Es tan reconfortante. El lunes llegué a la clínica y me dicen:
-Tenés otra cara hoy. Estás contenta, tenés una sonrisa bárbara!
Eso que se bajaron Clari y Caro, que les llegó la "policía" a último momento. Y sin aviso, casi. Cada una prometió un día distinto para el finde, así que es cuestión de no poner excusas, y salir. Porque es lo único que me renueva, me aumenta la autoestima, como si se inflara a mano, cual la rueda de bicicleta, esa que te lleva a todas partes, que te permite recorrer todos los paisajes.
En un momento se escuchó "Plaf!", y era una tortuga que se tiró desde un tronco al agua. Su pareja, otra tortuga siguió tomando sol, y aprovechamos para fotografiarla. ¡Cómo disfruto ese club! Es que ese pequeño pueblo, Jauregui, es uno de mis lugares en el mundo. Lo amo.
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