jueves, 2 de junio de 2016

Deshacer los acuerdos obsoletos que no te dejan vivir ni ser

Frío en Buenos Aires. Abrir la puerta a la mañana, y encontrar que el patio está mojado, y el cielo rosa porque aún no ha amanecido. Y como un vestuario que se improvisa y se adapta a lo que depare la escena, tenemos que cambiarnos. Botas de lluvia en diseño gris animal print para perderse en la neutralidad del asfalto.

Anoche me quedé dormida en la meditación, luego de dos horas fantásticas en el gimnasio. La primera bautizada como Aerolocal que incluía un step, un elástico, unos discos rojos a modo de pesas (que más bien parecen pequeños volantes colorados, o un repuesto que alguien le afanó al mecánico), unas tobilleras con pesas (que decidí no ponérmelas), y creo que con estos accesorios, más que bastante. 
Luego de semejante batalla, empezó otra clase, llamada Body Jumping, o algo así. Con la misma profe, y unas pocas valientes que nos quedamos. Era saltar como lo hace mi sobrina Clari, salvo que sobre un formato circular más pequeño. Reconozco que con los kilos demás y la falta de costumbre, al principio, me dio algo de desconfianza. Pero después le tomé el gusto e hice lo mejor que pude. La consigna es no exigirse, ser fiel a lo que el cuerpo está apto.
Sinceramente me sorprendí de lo ágil de mis movimientos, a pesar de tanto entrenamiento lejano.

En la tarde, por pedido expreso de una paciente, terminé hablando con un psiquiatra (saben que soy media alérgica a los médicos). Al final, macanudo el tipo, me arrojó todos los prejuicios al tacho. 
Y parafraseando los dichos del "colega", luego de extender la alfombra azul en el living, como no contábamos con el camino transparente (para protegerla de nuestras pisadas) terminamos con Juli haciendo un camino en L, lateral a la mesa, para esquivarla. 
Similar a los dichos que acababa de relatarme el profesional sobre el camino que una paciente, neurótica obsesiva, le marca hacer al marido cuando viene de la calle, para no "contaminar" el resto de su departamento.
Y con mi adolescente favorita, nos reíamos porque las dos hacíamos lo mismo en nuestra propia casa. Pero es por un día, ya pasé a averiguar, cuánto sale el bendito camino de plástico. Si todo va bien, esta tarde iré a comprarlo.

Venía leyendo en el bus, "Los cuatro acuerdos", el famoso texto de los toltecas. Algo que hace años que vengo escuchando, pero tener el texto entre las manos, te lo hace entender de una forma diferente: certera, exacta, precisa. 
Es entonces, cuando comprendes que todo lo que dice la famosa "Ley de Atracción" y sus libros derivados, son actos mecánicos, si no rompés primero con esos acuerdos instaurados por pautas sociales, que se han metido en tu mente como un manual básico de primeros auxilios y protocolos domesticadores.

Y a mí, que no me cuesta nada salir de los formatos, con mi Urano tan preponderante en mi carta, al momento de nacer, leer esto me da un impulso tremendo para ser y hacer.

Estos conceptos liberadores, me transportan en una brisa fresca y espontánea, a dejarme llevar, y entender, de una vez por todas, que tengo que hacer lo que siento, no importa el resto, caiga quien caiga (valores, estatutos, comportamientos impuestos, profesiones, códigos, bla, bla, bla...)

Uno de los conceptos que más me ha impactado tiene que ver con el maltrato que nos damos a nosotros mismos, y que a su vez, permitimos de los demás, porque este maltrato, lo hacemos primero con nosotros.
Y pienso, de cuántas maneras uno se maltrata, por ejemplo, las adicciones→ a sustancias, a personas, a la comida, a comportamientos, a compulsiones, etc. 
En mi caso, cuando no me decido a bajar todos los kilos demás, porque me la paso subiendo como un yo-yo, para no enfrentarme con mi cuerpo verdadero. Como si hubiera algo que no quiero sostener: ¿será la belleza? ¿lo femenino? ¿los hombres? ¿el amor? ¿el compromiso?... 
Y a otros les pasará con otras cosas, con otras temáticas, con tantas adicciones que nos esconden bajo capas, para no vivir como nos merecemos, con esa libertad natural que deberíamos ejercer como seres humanos. 
Entonces, ya me veo haciendo un reality en Youtube, día por día, diciendo hoy pude! Y cuando me haga la loca, que no me importe nada, y peque estúpidamente con las harinas, sabré que tendré que exponerme a la cámara... 
Naaaaaa, para tanto no!!! (Aunque no es mala idea. Ya que tengo que encontrar un método, cueste lo que cueste. Mientras que sea sano, por supuesto).

Volvamos a los toltecas:

"Porque, de acuerdo con tu sistema de creencias, dices: <Me lo merezco. Esta persona me hace un favor al estar conmigo. No soy digno de amor ni de respeto...>.*

Más allá de éste y otros conceptos que he leído esta mañana, recordé lo que veía en t.v. los otros días. Una actriz, que hace monólogos (que hoy como todo se dice en inglés, porque es más chic o es moda, sería "stand up", frase que escuchábamos en la primaria para pararnos cuando la profe de ese idioma lo enunciaba). 
Bien, esta mujer, en su rol de co-animadora, cuenta chistes sobre su imposibilidad de acceder a los hombres. Nada mejor que ver eso, para ver lo que he escrito durante meses en mi blog. Las peripecias del amor inencontrable. Y claro, entonces conjugo esto con los 4 acuerdos, más la ley de atracción luego, y todo encaja, como un perfecto rompecabezas, que uno, y sólo uno, es responsable. Ni la sociedad, ni lo light, ni los hombres de turno, ni toda la chatarra en palabras que se ponen en nombre de esto.

Tarea menuda, consiste en deshacer los acuerdos impuestos, desmenuzarlos, triturarlos y destruirlos, para que todo ese poder te vuelva. Ya que lo que te creíste, sea por tu pasado, por lo que te tocó vivir, o lo que sea, es una congruencia de acuerdos preestablecidos, que sólo cada uno puede dejar de darle consistencia. Algo así como el Ho'oponopono: el otro está ahí para hacerte ver una creencia, un error, que sólo vos te proponés en sostener. 

Entonces, a dar vuelta la página, y hacer girar la rueda, y te toque el número que te toque, depende de vos cómo jugarlo. Porque tu escena te es propia. De vos depende. De mí depende. Y de nadie más.


*Bibliografía: "Los cuatro acuerdos", Dr. Miguel Ruiz, Editorial Urano, Bs. As., 2016, 1°edición, 11°reimpresión.



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