martes, 9 de agosto de 2016

Allanando mi corazón

Necesito descargarme. Más o menos eso hice cuando fui al gym, aunque me encontré con una clase que no era la de siempre. Ya tenía planeado ir, el cuerpo me lo pedía, y las historias del consultorio, imperaban distraerme.

En las tardes Juli se ha enganchado con un par de novelas, y sin querer me he prendido. No está bueno, porque a esa hora me pierdo el sol de la terraza, o nadar en el club (y esto también lo necesito urgente, aunque no he podido hacerlo).


Es que los arreglos de la casa para la reunión previaje, me han alejado del club esta última semana.


En el día de hoy, no sé nada de él. Aunque ayer me explicó a qué se dedicaba. No podía creerlo, jamás lo hubiera sospechado. Le dije que siempre me sorprende. Mencionó que no le gusta hablar de ello, y lo entiendo...ya que cuando conozco hombres, o entro en un grupo nuevo, prefiero reservarme por un tiempo a lo que me dedico. Para que me conozcan como soy realmente, y se guarden los prejuicios. 

En mi caso, o rehuyen pensando que los voy a analizar todo el tiempo, o buscan opinión de  sus problemas. Y aunque ni lo primero ni lo segundo me molesta. Lo que sí me incomoda, cuando dicen "Vos que sos psicóloga...bla bla", como si no nos pudieran hablar como si fuéramos cualquier persona y punto.

Otro de los prejuicios es que dicen que las psicólogas somos todas locas o que vivimos sin que nada nos importe. Y tampoco encajo en eso.

¿A qué voy con todo esto? Pues, este análisis donde me justifico o reprocho los prejuicios de los otros sobre mi profesión... tiene una paradoja. 


Es que yo también los tengo, con la profesión de él. Ya que he atendido a varios de su rubro, y son bravos... por lo que no pretendo ser un número más en su estadística. Si es que la tiene.


Aunque muy lejos estamos de eso, en apariencia.


Lo importante, es que se ha sincerado contándome lo que hace. Y la verdad, que me parecía cualquier cosa menos eso.


Entonces el espejo me devuelve lo que no quiero que prejuzguen en mí. Y yo lo hago, sin querer. Pongo a funcionar la estadística, y la mar en coche.


Y así me pierdo la oportunidad de verlo tal como es. Su parte humana, y eso no está bueno. 

Generalizar no sirve. Y aunque el hábito hace al monje, no puedo poner todo en la misma bolsa. 
Alguna vez, alguien puede ser bueno, o ser distinto.

Más allá de lo que haga, somos personas de carne y hueso. Donde la esencia es más fuerte que la cáscara. Y si algo nos atrajo, es que algo en común tenemos.  


En principio, los dos trabajamos por el bien, aunque en rubros totalmente diferentes. 


Lo único que necesito con esta noticia, es ver más allá de las apariencias... y tener presente todas las cosas que hemos hablado, y compartido en este tiempo. Si fuera así, no le daría trascendencia a tanto análisis y supuestos. Y me dejaría llevar por todo esto que siento. 


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