domingo, 5 de julio de 2015

Amor, sexo y cabeza

Domingo a la mañana, frío y despejado, aunque desde mi ventana, no veo nada, me tengo que agachar para ver el cielo. Yo que amo tanto el verde de un jardín casero, este ph me queda cómodo por la ubicación céntrica pero me falta el parque, esa naturaleza con la que me crié, la extraño.

Mientras me acomodo cerca de la estufa, hace más de tres horas que estoy levantada, leyendo apuntes e investigando sobre el nuevo test que voy aplicar en el trabajo.

Ayer Juli me ayudó con el alisado, guau, es divina, pero todo tan lento que se barrió parte del color. Terminamos a la 1 de la madrugada, y eso que habíamos empezado con el partido de Argentina. Paciencia. Ella es tan dulce, que tuvo que bancar mi estilo rápido y urgente. Igual me puso los puntos la chiquita.

Bueno, hay un tema que me da vueltas, porqué no decirlo. Me quiere ver, pero ya sé para qué, y eso no me termina de convencer, no porque no me guste, todo lo contrario, sino porque sé lo que se avecina. Es como una moda de hoy, y tenés como que ceñirte a ello. Porqué hay que acostarse tan rápido. Yo necesito el precalentamiento: la charla, la música, el baile, el café, el interés por mis cosas, el saber que soy una persona de carne y hueso pero con un alma adentro. Y esa alma necesita cariño, ternura, gestos dulces para hacer el amor como Dios manda. Y no creo que lo entienda. 

Ya sé, me van a decir porqué pienso tanto las cosas. Porqué no vivo. Porqué no me dejo de cuestionar todo. Porqué no me dejo querer un poco. Bla, bla, bla...

Si pudiera hacerlo, no estaría escribiendo esto...


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