domingo, 8 de noviembre de 2015

Abrazados en la madrugada

Estoy solamente dejándome fluir. Ya que eso he aprendido con la Meditación, dejar el ego de lado,  el control absoluto de todo y ver qué se presenta.

Anoche la salida no era el lugar elegido sino la vía hasta allá. Todo fue transformándose de tal forma, que no sé si es realmente así, pero es lo que hoy siento.

A la ida fuimos hablando, tranqui. Yo sin demostrar nada, él me miró sonriente en un momento, calculo que  en esa mirada iba incluido un trozo editado de la película de los últimos acontecimientos: mis declaraciones de afecto, mis chistes locos, mis frases desafiantes y sin filtro en las noches cuando él trabaja. 

Como esta vez me llevaba a un lugar distinto, un complejo de departamentos ultramodernos, me preguntó:

-¿Vas a un cumpleaños?
-No, voy a lo de Eugenia. Es una psicóloga amiga. Después a lo mejor me tenés que ir a buscar a Nina, por colectora.
-¿Qué es... un boliche?
-Sí, pero no es seguro.

Yo ya sabía que Euge no saldría, pero quizá podía convencerla. De todos modos, lo que menos me importaba era conocer a alguien. Lo que quería, lo tenía al lado, conduciendo. 

Euge estaba de última, pero té de por medio, hicimos un repaso de todos los comportamientos masculinos: los del presente, los del pasado, los de nuestras amigas y los propios.

Dos horas después, regresaba. En el trayecto me relajé, y sin pensarlo le dije, mientras mi palma se apoyó en su muslo:

-Te extraño
-Acá estoy -me dice resuelto girando su rostro para enfocar mis ojos rasgados.

Creo que todo se fue dando así por algo, Sil de novio y Gaby también, única forma de que pudiéramos centrarnos en lo que no podíamos ver por el entorno.

Pero retrocedamos en tiempo, y hagamos un repaso de lo que pasó esta semana, donde luego de escribir mensajes nocturnos al viento, decidí pasar los días contando como preso los que llevaba sin textearlo. Pero cada noche que no escribía, me despertaba en la madrugada transformándose en un insomnio declarado por dos o tres horas. 

Extrañarte fue fuerte. Pero llegó el viernes, y cuando me desperté a la 1 de la madrugada, luego de no pegar un ojo, y de prender y apagar la luz del velador infinitas veces, decidí contarle lo que me pasaba cerca de las tres menos cuarto:

-No me puedo dormir
-Hola ¿qué te pasa?
-Me desvelo... Hola, cómo estás?
Es que me dormí y me desperté a la 1. Me pasa todas las noches... bah estas últimas noches.
¿Sabés arreglar canillas? Es del patio y la necesito para las flores.

Luego de cuatro mensajes sin contestar, sólo texteé:

-¿Se te murió el celular? Le voy hacer respiración boca a boca
-Ja ja. Sí, vos decís?
-El dueño del celular se lo extraña un poco. 
Y extraño los abrazos y los besos del dueño del celular.
Tengo que traer bolsas de tierra fértil del vivero pero cierra a las 19 hs... y vos no sé si trabajás a esa hora.
Bueno, ¿me duermo o espero que se te caiga una letra? No sabés lo bien que me hace saber de vos... así sean dos escuetos mensajes o hasta que me levantes el bloqueo... Mirá que Estados Unidos ya le levantó el bloqueo a Cuba...
Bueno, necesito algo para dormir... Algo lindo... cómo era tu abrazo, venía con algo más la otra vez... voy a tratar de imaginar tu abrazo si no, no me duermo.

Ahora que lo pienso entiendo porqué anoche cuando volvimos, luego de decirle que no me iba a bajar sin un beso, y las caricias se fueron por dónde menos pensábamos... resignado reclinó mi butaca y luego la suya se durmió abrazándome con mi cabeza en su pecho. 
Es que la noche anterior, trabajando, no había dormido y luego pasó a buscar a sus tres hijos, y como no tenía sueño, la pasó con ellos, asado de por medio.

Cuando me acosté, tardé un rato en dormirme, sin antes no quedarme sin decirle lo que tenía atragantado, vía mensaje de texto, por supuesto:

-Cuidate mucho. No entendí porqué no me besás... yo no voy hacerte nada malo, tenés que aprender a confiar en mí. Y para mí, un beso es prioridad, no sirve tener miedo. El miedo te paraliza, no te deja sentir, ni recibir lo bueno del otro.

Él iba en viaje a Ezeiza, casi habiendo dormido unos quince minutos, abrazados. 
Un abrazo que alimentaba el alma, que reconfortaba a dos seres que apenas pueden comunicarse, y que en un momento se besaron, pero con tiempo cronometrado.


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