jueves, 12 de noviembre de 2015

No dormir o vivir de sueños

Esta mañana es el segundo día que fui caminando al trabajo, para hacer ejercicio. Una hora y cuarenta minutos, es fantástico.
Me doy cuenta lo sano que es no ir en ese colectivo atestado. El sol, los pájaros, la mañana suave, tranquila, quieta, con los primeros albores y mis patas cada vez más duras.

Ayer, al fin, pude hablar con Diego de la facu. Pronóstico del licenciado: "Tu carrera masoquista siempre está en esos lugares. Mejor estrellate pronto, así termina rápido. Y él, va a quedar en el lugar del malo".

Pude dormir anoche, claro porque sólo había dormido dos horas la anterior. Por querer hacerme la recia, no pegué un ojo.

Esta mañana cuando terminé de atender me quedó un sesgo de angustia. No sé si era la conclusión de mi amigo Diego, o algo cruel sobre una mascota que escuché en una entrevista. Me duelen más los animales, que los humanos. Parezco mi paciente, la veterinaria. No es precisamente ese el concepto, pero frente a las vivencias de la gente, uno ya se ha inmunizado. No porque sea fría, sino que yo tuve bastante en mi vida, y siempre me levanto.

Aunque esto me resulta inmanejable. Cada fin de semana que llega, me parece paralizante, porque no sé cómo actuar con él. Y como vienen las cosas, no sé si estaremos a solas. Ya que Sil se peleó con el novio recién estrenado, así que ayer me dijo: "Amiga, volvemos al ruedo". Pero la verdad, es que a mí, lo que menos me interesa es estar en esos lugares huecos.

Más prefiero charlar con Euge o Clari y salir a pasear tranqui, que la eterna histeria de los boliches de turno.

Y sí, todavía no estoy preparada para tranzarme a nadie que no sea el que me quita el sueño.

La tarde resuena afuera con la lluvia coposa. La tele está prendida con una película de guerra que pesqué por hacer zapping, pero que pronto saldrá de mi pantalla.
Me pregunto cuándo una escena agradable se presente en la pantalla de mi vida. ¿Cuán responsable soy de esto? ¿O de quedarme en los lugares donde no soy satisfecha como quiero?

¿Pensarás en mí? Por mi parte, a pesar de que no duermo, mi pasión ha bajado los deciveles. Creo que la clave es no verte. Porque si estás en mi halo, tiemblo...


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