viernes, 27 de noviembre de 2015

Mecánico, hágase cargo

Llueve en Buenos Aires. Es un viernes feriado, de estos inventados por el último gobierno que se va. Un café sin edulcorante y sin azúcar ha pasado por mi garganta, y una deliciosa banana. La radio me acompaña mientras desayuno en la cocina.
Ahora vuelta a la cama, la t.v. prendida y el paraje mojado a través de la ventana.

Mi idea es hoy volver a dejar las harinas, que después de la decepción de Jopo había vuelto a consumir. Pero me di cuenta que me provoca mucha acidez. Pero él, no sólo me ha dejado eso, sino que algo de mi sensibilidad se ha llevado, porque ya no me enamoro como antes, ya no siento de esa manera pura e ingenua, donde un beso me traspasaba. Ahora es distinto, ya lo he comprobado. Creo que ha tenido que ver con que si alguien que me conocía tanto se comportó de esa manera, qué puedo esperar del resto. Entonces, sin querer, un mecanismo de defensa se generó, no sé cuál sea, qué nombre le daría la psicología ortodoxa, pero yo estoy aquí hecha una mujer nueva, aunque con la misma esencia.


Me he sincerado con Sil, y le he contado, eso ha sido muy liberador. Fue la noche del viernes, cuando luego de hablar por teléfono hasta las dos de la mañana, saltamos de la cama, ducha mediante y nos fuimos a un boliche en Ramos. 

En el medio de la música se lo deslicé pero no le decía quién. Después cada una hizo la suya, y al final cuando nos íbamos, y dijo llamemos a Ale para volvernos, ahí le dije No y entonces le confesé que era él.
Fue fácil reemplazarlo, ya había amanecido y caminamos un par de cuadras hasta una remisera. Para mí, no verlo fue un alivio. Ya está fuera de mi vida.

La verdad es que tengo ganas de tener novio, estoy ya sin miedo para eso. El viernes pasado me vino con regalo, y nos hemos visto el martes. Hace tanto que alguien no se comportaba como un caballero. Hemos ido a un hermoso lugar a tomar un café a la luz de las velas. Es alguien bien distinto. En algún punto, me ha hecho recordar a esos tiempos en que íbamos a tomar algo con mi primer novio. Era un encuentro dulce, romántico, ingenuo. Algo de eso he sentido esta vez, quizá también por la necesidad que tengo de ello.



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