martes, 27 de noviembre de 2018

De un polo a otro... «O mucho, o nada»

Estoy en un estado «Clematis». Una paz total, todo me importa un «egg», me encanta.
Tuve que ir a la clínica, había seis clientes esperando. Yo por el paro, lo daba descartado.
El duchazo terminó por despertarme, único modo de acomodar mi pelo que le gusta dormir alborotado.
El domingo me encontré con un amigo. No tenía nada que hacer y la final Boca-River se había suspendido. Como estoy con el lema «Dejar fluir», acepté, porque en otra época no hubiera ido. Recordé los consejos del libro «Las mujeres que aman demasiado» de Robin Norwood, tomar café con los buenos o aburridos, para que recuerdes lo que es ser bien tratada. Y es así, disfruté la charla, pero nada más. Mis hormonas no se despiertan con él. No, como el viernes, cuando lo que se había ido completamente, me firmó con unas gotas carmesí para recordarme: «Aquí estoy, todavía funciono, este macho te sacude, y aquí estoy bajando».
Pero había llegado el domingo, y una mezcla de sensaciones no agradables, me hicieron ocuparme del jardín. Sacar las malezas, me llevó toda la mañana. Y cuando surgió la invitación, acepté porque necesitaba distraerme. Me ayudaría a despejar la mente. Funcionaría como un sedante. Y ahí entendí todo, quien te quiere ver, te llama. Entonces pude comprender, que si tu tiempo no es el mío, no pasa nada. Las cosas sucederán sin empujar el río, como dice un libro que se aloja entre mis preferidos.
Charlamos de la vida, él cerveza, yo un cortado. Quiere que vayamos juntos de vacaciones... ¡si sólo compartimos un almuerzo y el café de ayer!. Sin hablar que en cuanto a beso, tiene mucho que aprender. Además, ¿cómo te vas a ir de viaje cuando no hubo sexo, ni lo va haber?
Me invitó a la piscina de su edificio, un día de estos calurosos... Agradezco la intención, pero paso. Y cuando volvíamos caminando, me preguntó si era la tercera vez que nos veíamos. «Second» respondí. Hace un mes, para su cumpleaños. Yo siempre apiadándome de todo, era su primera fecha, sin su hermano. Entonces, replica que fue la tercera vez que nos veíamos, contando cuando nos conocimos en el boliche de Belgrano. Aclaro los tantos para que comprendan lo irrisorio de su siguiente pregunta: «¿Qué somos?». Jaaa, pensé «Esto no está pasando». Y después de recomponerme respondí: «Somos dos personas que salieron». Obvié, decir, a tomar un café, porque agregar eso ya me parecía demasiado.
Clinck caja, arrivederci! Hasta aquí he llegado.

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