lunes, 19 de noviembre de 2018

Amorosa sí, ingenua no

Tres días para desenamorarme.
Respuesta a un audio, veinticuatro horas después, con dos palabras: «Muchas gracias». Al que contesté, sin atragantarme: «De nada».
En la psicopatía se pasa de la dulzura a la frialdad, sin culpa, y con pleno disfrute de sentir la angustia del otro.
Menos mal que no me fui con él, hace tres noches, porque estaría llorando por los rincones.
Por suerte, le escribí a un conocido para que nos contacte con una radio para hacer programa. Eso me sacó de foco, y como la energía se percibe, así estés a kilómetros de distancia, el psicopatón usó sus dedos para deslizarlos en el teclado, y soltar como si diera un vuelto: «Muchas gracias».
Agradezco a Dios que siempre me cuida, porque le pido que lo haga.
Tenemos mucho que hacer en este mundo, para dejar que un sujeto nos quiera tapar el sol con la mano.

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