domingo, 18 de noviembre de 2018

Aceites de mi cuerpo, aromas de mi alma

A veces se siente en el alma, es como el ida y vuelta del universo, la energía que se emana. El sexto sentido.
Un popurrí de frases bellas en un pañuelo de abrazos. Asado preparado por tus manos, con la compañía de tus gatos. El Sivori, el jardín japonés, la charla íntima sobre el I Ching, el Feng Shui, y todos los mazos del tarot que prácticamente regalé en una librería hace años, porque no podía dejar de tirarlos. Por esa misma razón, mientras vos sos fan de la astrología y el esoterismo, yo he dejado todo esto a un lado. Aunque, de vez en cuando, una guiñada de ojo, me hace consultarlo. Sólo me quedé con el oráculo del tarot de Osho Zen, su lectura, al pie de la letra, párrafo a párrafo, es un seminario completo de sabiduría. Osho no escribió libros, pero sus charlas fueron recopiladas en textos. Amaría pasar una tarde disfrutando con vos este intercambio.
A veces, el péndulo de cuarzo rosa que compré en San Luis, contesta mis preguntas. Me calma como un bálsamo. Pero la sensibilidad es la parte más importante de mi alma. Disfruto, gozo, me entrego, aunque no haya todavía sexo. Mientras que el tic tac mental, intenta frenarme con su desconfianza, su protectora cautela.
¿Es tan difícil un encuentro, un intercambio? ¿Siquiera, unas palabras electrónicas que le den sentido a nuestra existencia?
Decir amor, parece ser mala palabra. Un clishe pasado de moda, una obra de arte tan antigua que a nadie se le cruza por la cabeza, comprarla.
Pero mi corazón no está en venta, sólo necesita de alguien que pueda valorarlo. Sin prometer nada, sólo dejarse llevar en esta subasta, como un experto en arte, donde se valora el desapego del artista, la buena calidad de las pinturas y el vuelo expansivo del autor, que tiene las manchas frescas esparcidas en su cuerpo, de tanto sudor sensual que hicieron brotar esos abrazos.

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