domingo, 25 de noviembre de 2018

Kinesiología amorosa: un turno, por favor

Cartagena, el mar, la playa, los aviones. Acabo de ver «El hilo rojo», y me pregunté porqué te separaste. La verdad que no sabía que hacía tan poco. No suelo darle bola a los que están tan tiernos. Seis meses es poco tiempo.

Aunque para el inconsciente no hay un tiempo lineal. Lo que pasó hace veinte años puede estar tan fresco como las uvas arrancadas ayer de la parra. Y cuando las hojas flamean por el viento, si no viene la lluvia y te despierta, todavía crees estar viviendo un lapso de otra era añeja.

Me pregunto qué sabor tendrá el amor si viene de tus labios. Es otra cepa, es otra experiencia. Nada de lo nuevo tiene porque traer otros rastros. Sólo si están en tu cabeza, date tiempo a soltarlos.

Me pregunto a quién le hablo: si es a mí, si es a él, si es a ese espacio divino que tiene que ayudarnos.

Quiero saber si algo parecido a vivir tendrá sabor a tu nombre. Quiero jugar  en la ola de tus brazos. Quiero empaparme en ese mar, porque flotar con vos me encanta.
Divertirme con esa química transformadora, con catalizadores naturales.
Quiero más, de esos dedos masajeando, las historias que mi piel tiene guardadas. Porque cada nudo que se deshace con tus manos, es un cielo que se abre.
Para sentirnos, para disfrutarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario