sábado, 10 de octubre de 2015

En el fondo de la espiritualidad

Estoy como esa tarde del año anterior cuando me obligué a ir a caminar al parque. Excepto que hoy no hay sol. Pero porqué se repite la misma situación, el mismo estado interno. 
Es lo que siento, no lo que sucede. O quizá esto es producto de algo que doy y que no vuelve. De un vacío, producto de una sociedad vacía.

Anoche desistí de ir. Cuando Sil llamó me levanté sólo para decirle que hubiera preferido cambiar de lugar. Es que estaba sensible para cruzarme con los mismos de siempre. 

Estoy que crujo, lo reconozco, como una hoja de otoño, esperando que llegue por fin la primavera. Esa estación reconfortante que necesita el alma, cuando todo florece sin que hayas hecho nada. Cuando ni plantaste semillas ni abonaste la tierra, pero de pronto, todas las flores brotan en las macetas de las ventanas. 
Así sucedió en mi casa. 

Pero aún no floreció nada en mi corazón. Yo abono la tierra, le pongo agua, pero algunos  pasan y ni siquiera se quedan para ver cómo la naturaleza podría sorprendernos.


Promesas, promesas. Palabras al viento. Caricias desechas. Y un olvido inmenso.


Así es la soledad. Por eso siento que no quiero salir, no quiero ver a nadie, no es un momento para exponerme. 


Aunque sé que esto no es bueno. Estoy en un pozo y no sé cómo salir. Me ahogo en mi tristeza. Me duele este mundo. Pero sé que tengo que resurgir. No queda otra. Es la única cosa que puedo hacer por mí misma. 


Como esa imagen del Ángel de la Guarda que colgué en el facebook, que decía que mi Ángel no puede creer las cosas que hago, o cómo desperdicio mi vida, mi tiempo...


Ya tengo que dejar este estado. No se puede estar en este agujero negro. No vine al planeta para esto.¿Cómo lo logro?


Por ahora, he puesto el termo para que el agua me barra y me traspase, me renueve, me otorgue otra vez la vida que no siento.


Esta tarde haciendo zapping pesqué un reportaje de Araceli a Juanes. Él, tímido, por cierto, tranqui, no entendía este lenguaje femenino, fresco y espontáneo, bien argentino. 

Pero dijo algo muy lindo, que copié en un papel para adueñarme de ese pensamiento, de esa filosofía de vida:

En algún momento, nos damos cuenta que estamos de paso en esta vida, que este es un viaje que tenemos que aprovechar, un pasaje en esta existencia.


Así que, tengo que levantarme, tengo que hacer pie como sea, y ver el sol, aferrarme a él, como una luz interna donde la esperanza debe hacer brotar esas flores que tienen el destino de dar vida a un jardín desbastado, pero que tiene que recomponerse. 

Llámese al jardinero, escaben la tierra, abonen con esa cáscara de huevo que he juntado y pulido todo este invierno, y dale agua, mucha agua fresca. 

Las ganas vendrán si la acción se concreta. No hay otra. No puedes vencerte. Es tu momento. Tu responsabilidad. Lucha por tu Fé que está decayendo. 


Dios, necesito ayuda, por favor, sálvame...



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