lunes, 12 de octubre de 2015

Quién está detrás de ese semblante

Es difícil saber lo que el otro piensa cuando no te das a conocer, o enviás mensajes confusos. La idea es no quemarse, pero así nadie te ve. 

A buen puerto no se llega en camino sinuoso. No es la idea. Pero éste es más bien un puerto pirata, donde es más probable tener certeza de trampa, que de luminosidad.

O quizá me equivoco, y él juega a todo y nada.
Dijo que es tímido conmigo. La realidad es que yo no puedo mostrarme con él, en cuanto a lo que me pasa, salvo en contarle cosas que nada tengan que ver con su persona, sí con los otros. Puedo hablarle de detalles inimaginables, pero siempre de otros hombres, no de lo que me viene pasando con él. 
Y él pregunta, a veces, no sé, si lo hace sólo por hablar de algo, o si realmente tenemos algo así como una amistad. Entonces puedo hablarle de esos amores pasajeros, y de los desengaños, y él me escucha en todo, me comprende, pero no me atrevo a decirle lo que con él me pasa.

Parece un juego perverso, porque yo he tapado mis sentimientos con metáforas literales sobre personas cercanas.Y él compra, él adhiere, como niño obediente, o consumidor compulsivo de toda muestra que huela a pan caliente.

Anteanoche he llegado a la madrugada y mensajeado con Clari, y llega un momento en que mis ojos se inundan de lágrimas. Necesito tanto un amor... 
Entonces, nuestras conversaciones siempre me llevan a lo mismo. Sobre todos en estos últimos días, digamos... hace un par de semanas. Porque en este último tiempo, mi sensibilidad es fuerte, honda, y a veces me traspasa. Me deja en una dimensión en donde no soy dueña de mis sentimientos. No puedo controlarlos. No hay formato donde contenerlos. Se desbordan con una brisa suave, con una caricia negada, con ese vacío producto de una ausencia que lo hace interminable.

Hemos vuelto hablando de lo que nos pasa, siempre cada uno, por su lado. Me cuenta quién le interesa, y a su vez me pregunta por el último bosquejo amoroso, que ya se ha desdibujado. Y ahí siento que me comprende, y es como una charla que noche tras noche, va tejiendo puntada tras puntada, y yo me envuelvo en ese trozo calentito de sus preguntas, de su oreja atenta, de ese esmero que pone en todo lo que hace, aunque no hace nada. 
Pero en el medio del vacío de cada finde, ese espacio es un refugio, donde no tengo que fingir nada. Aunque es mentira... porque finjo ser fuerte, ser superada, y cuánto daría por llorar en sus brazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario