viernes, 30 de octubre de 2015

Flores para tu corazón



No puedo negar que lo extraño. 
Ayer el clima feo me dejó tranquila porque no iba a necesitar llamarlo. Luego salió el sol y me dio una mezcla de incertidumbre, temor y nervios por no poder enfrentarlo. Pero se volvió a nublar, y respiré. Luego, una serie de coincidencias se conjugaron que para que la salida de Juli se cancelara.

Finalmente a las dos de la madrugada, despierto, manoteo el celular, y el sueño me dejó expuesta, casi sin medir nada. Como siempre decide la emoción sobre la razón, y le envié un mensaje diciéndole que al final mi hija no fue. Una manera de explicarle porqué no lo había llamado, ya que estaba pactado de antemano.

Pero hoy ya lo extraño. Me gustaría estar con él, pero con más protagonismo de su parte. No quiero estar soñando. Típico de mí.

Calculo que a él todo le da lo mismo. No sé cómo actuar, ni qué hacer. 
Quiero verlo, pero me da miedo. Quiero tenerlo cerca. Me es, de algún modo, necesario. 
Pero desconozco quién es él realmente. Su accionar me desconcierta. 
A veces pienso qué hay del otro lado y creo que no hay nada. Quizás una pared inmensa o una persona llena de prejuicios, con una aparente frialdad que trata de sumergir esa timidez de la que me ha hablado. 

Sé su historia, y calculo que por eso, ya no quiere nada. Mejor lobo solitario, que exponerse nuevamente a tanto.

Pero el amor es así. Te descubre cuando no lo estás esperando. Te capta con su red y cuando querés salir ya estás atrapado.
Pero hay amores que funcionan como cárceles, y hay otros que te dignifican, que te insuflan vida donde todo parecía estar sin esperanzas. Como el desierto de Atacama en Chile, que con un poco de humedad, se inundó de flores, y el paraje lila y rosado es un regalo y un milagro que no esperaba nadie.





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