domingo, 1 de febrero de 2015

Amores en costa del plata

Estuvimos en casa de mis padres: raviolada. Riquísimo. Cayeron de que si no íbamos hace tanto, es que los domingos cuando la gente normal se levanta, yo me estoy acostando. No fui tan explícita, pero más o menos. Es que estaban  ofendidos o preocupados de porqué no los visitábamos. Vamos a tener que cambiar el día de visita para la semana.

Exploré en el face de mi prima, para mostrarles una foto de antaño. Mi papá decía que era igual a Lionel, su hermano, y si no un pariente español idéntico. La cuestión que me vengo a enterar que en Asturias, además de haber un pueblo llamado Villa Sienra, existe también una Virgen de la Sienra (que no somos ni mi prima ni yo, por cierto, como aclaramos por mensaje de texto), pero además, mis antepasados provienen de una ciudad denominada Villa Viciosa, así que audiencia, lo lamento, ustedes saben que no tomo, que no fumo, que no bebo... pero los hombres... serán mi vicio? 
No, no, nada de eso. A ver si un candidato nuevo me lee, y toma por la tangente. Pura espuma, aquí todo manso. Perro que ladra no muerde, más si fue una Perra Verde, como mi viejo programa de radio.

Luego, fuimos al shopping, porque Juli quería cambiar un regalo de su abuela Ali, y por unas chirolas más se llevó un collar con unas flores color salmón, muy interesante.
Nos sentamos en un café, y al toque en una mesa contigua estaba Pablo. Se acercó a saludarme, nos pusimos a charlar, y la información que rescato es la siguiente: él era de la zona norte, conoció a su mujer de la punta oeste de donde provengo, y el amor hizo que se mueva: o sea, que se mude por ella. 
Así que, ahora que cambiamos la brújula, quién sabe que nos depara la costa platense. Nuevos encuentros, nuevas relaciones.


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