domingo, 30 de diciembre de 2018

La edad de los porqué, no es sólo la de tu hijo

¿Habrá llegado tu hijo de Brasil? Ojalá que sí, te hará bien.

Muchas cosas pasaron, y a la vez, nada pasó.

Te recuerdo. No te escribo para que no me de urticaria. Porque la espera me hace mal, esa respuesta que viene al otro día, o que nunca llega. Entonces, aunque quiero mensajearte, no lo hago. Me llegas tan hondo, que mi piel se brota, y no quiero ir de urgencia al hospital, como la vez pasada, para que me inyecten un decadrón. Y luego estar así, dos semanas con medicación. Pues el médico me explicó que aunque la reacción alérgica sea por causa psicológica, una vez desatado el síntoma o la manifestación fisiológica, el proceso se desencadenó, y hay que atacarlo con medicación.
A quien voy a atacar a besos, es a vos. No. Sé que voy a tratar de hacerme la fría y la indiferente cuando te vea... pero ¿qué pasará si me tocás? Me desarmaré en mil pedazos entre tus brazos. Ya no podré fingir. Mi alma saldrá eyectada por la borda, directo hasta tu alma, fusionadas las dos en un elixir de mieles y tempestades. Tú eres mi balsa, o yo soy la tuya. Ambos naufragamos en el mar de los talentos, de las soledades, de esa inmensa necesidad de sentirnos  amados.

No soporto el rechazo, por lo menos no el tuyo. No verte se me hace más fácil. Pero ayer con la lluvia me hubiera ido a tu casa. Con la excusa del agua, estaríamos extasiados en la cama.

Porqué aún te pienso...
Porqué si no sos nada.

Porqué...

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