martes, 18 de diciembre de 2018

No sé de poker, pero creo que es cuatro de corazones

Desde este hermoso bar, tuve mi clase ayer. ¡Qué lugar paradisíaco, con esta vista maravillosa, para tomar un café con alguien que amás, o que al menos te gusta y disfrutás!
 Mientras esperaba al profe, y que toda la troupe llegara, pensaba en la charla con Mily, que tuvimos durante el viaje. Vía whatsap.

¿Tendrá que ver esa angustia que experimento, cuando «el amor» falla o agrieta, con esa separación obligada de mi madre, cuando tenía tres años, durante un lapso de seis meses?
Es probable.
Ella padecía una depresión postparto grave. Recuerdo la escena cuando nos despedimos. Ella en la cama, con mi hermano bebé en brazos, y yo contemplandola desde la puerta.

Fuimos con mi hermano mayor de seis años de edad, a la casa de nuestros abuelos paternos, que nos hicieron el hospedaje con toda la ternura que pudieron, pero sin duda debe haber sido para mí una gran dolor. A esa edad, una madre es todo.

Una herida y una falta que no puede elaborar un infante de tres años.

 Quizá es lo que me pasa cuando alguien me interesa, cuando me gusta y no responde a mis mensajes a tiempo, o cuando de alguna forma me retrotrae a algo que yo he experimentado hace años.

Y para el psiquismo no hay tiempo ni lugar, no distingue el pasado del presente. Todo pasa de una manera vertiginosa cuando hay un trauma. 

 Es como dice Mily: «No te podes angustiar tanto».
Por supuesto, nadie se entera, yo simulo que no pasa nada. Sólo mis mejores amigas lo saben.
Me conocen, saben que cuando me enamoro, me vuelvo dependiente de un llamado, de un mensaje.

Por supuesto, que el fulano de turno, ni se entera.
No demuestro nada. 
Soy experta en eso.
Quizá porque crecí así. 
Pero esto no es sano.
Si no, siempre me voy a enganchar con la falta.
Y creo que lo entendí, porque ayer volví distinta. Te recordé cuando apoyé la cabeza en la almohada. Pero hoy cuando amanecí, sentí que te había soltado, y que la correspondencia es algo más que migajas. Es un café completo, con balance emocional. Donde puedo recibir, y no sólo dar. Donde no tengo que hacer esfuerzos, sino simplemente, dejarme amar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario