jueves, 1 de enero de 2015

Deseos... o Acción

En meditación te van cayendo las fichas, una a una, como si fueran alhajas que se deslizan de un joyero, donde las tienes guardadas en un estuche pero que nunca las usas. La reflexión de este año es que debo estrenar y reestrenar todo lo que esté a mi alcance: basta de pensar en hacer, sino realmente hacer. Basta de potencia, sino pasar definitivamente a la acción.

Podría hacer una lista de todas las cosas pendientes: el plomero, el lavarropas. 

De las que deseo: el sillón, el auto, y lo más importante: un amor verdadero. 

De las que debo ejecutar para dar movimiento: imprimir y visitar los medios, es decir, repartija de creatividad.

Lo que debo parar: dejar de esforzarme con el mundo masculino, ahora que laburen ellos. 

Lo que debo aprender: aliarme con mi lado femenino, gozar con dejarla picando, es decir, el placer del suspenso (una película sin ese ingrediente, el misterio, se torna aburrida).  
Último mensaje que sea siempre de ellos. 
Fluir y analizar la hilacha.
Dejar de preocuparme por ellos y que ellos lo hagan por mí.
Soltar y no aferrarme.
Tener en cuenta la ley de la física "a mayor presión, mayor resistencia" (es decir, procurar hacer justamente todo lo contrario).
Creer en mí y no perder la fé, pero sin esperar nada a cambio, única forma de que las cosas sucedan. 

Lo que debo seguir aplicando: cuidado físico, alimentación sana, caminata diaria, nadar. 

Estaba pensando en juntar a todos mis pacientes en un encuentro divertido sobre el amar demasiado y todo lo que no se debe hacer. La película "La cruda verdad" sería infaltable para analizar.

Me causa gracia porque todos tenemos algo que ocultar, o no decir, porque hoy en la reunión familiar de recibimiento del año, alguien se me acerca, y me dice No digas que tal cosa, le digo que no se preocupe, porque la verdad no tiene nada de malo, pero eso me da la pauta que todos tenemos algo para preservar.



Hemos hablado con mi sobrina sobre la inspiración de escribir, y la práctica de la misma, ya que ella comparte la vocación por las letras. Ha sido una charla muy fluida y me complace comunicarme con ella. 

Al caer la tarde, volvemos a casa, luego de un gran encuentro familiar, como pocas veces al año se da. Es que vivimos tan lejos todos, o quizá es que no nos ponemos de acuerdo para procurar que esto suceda más seguido. 

He escuchado anécdotas sobre mi abuelo. Dormía cuatro horas por día. Además de trabajar, armaba las obras de teatro del pueblo. El decorado lo hacía a la noche, pintando todo el telón de fondo, con la escenografía adecuada, una ciudad, casas, cielo, etc. Para ello tenían que correr a un costado todas las camas, eran 7 hermanos, así que menuda tarea. Luego, además de actuar, dirigía la obra. 
Lo mismo hacía con las comidas del pueblo para 400 personas, él lo organizaba, y quería que todos comieran a la vez y que la comida no llegara fría. Disponía cuatro parrillas en cada esquina, y cuando la carne estaba lista, salían los mozos de cada ángulo al mismo tiempo y servían el asado. Para que la mesa estuviera bien puesta, alineaba los platos con un piolín de punta a punta, cuánto esmero. De dónde sacaba tanta energía, necesito un poco de esa fuerza. No es que no la tenga, sino que me cuesta llevar a la práctica muchas cosas que pienso. Calculo que es muy propio de mi signo, pero no es excusa, o si lo es, debo trabajar en ello.





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