viernes, 26 de diciembre de 2014

Aguas tranquilas

El dolor de cuello casi no lo siento, el sólo expresarlo y desmenuzar las frases de Hay me ayudó a que se fuera.

A la tarde, tipo 7,  fuimos a nadar, como siempre digo: ¿por qué no fui más temprano?. Nos quedamos hasta la noche, mientras el cielo transformaba sus colores: de celeste a índigo, y luego una mezcla de azul y negro. La luna finita, me encanta, no sé si menguante, calculo que sí, tan delicada, un deleite verla desde el agua.

Nos divertimos pidiéndole música al guardavidas, que ha sido mi profe suplente el otro año, y nos ha hecho renegar con sus intentos. Le digo Poné algo más actual, y nos paseó por "Canta niño", "Gardel" y "Enya", cada nuevo cambio de música, salía y se hacía el b... Finalmente con otra chica, le dijimos de todo, menos lindo. Por suerte, afinó la puntería y puso a Creedence, y así nos quedamos nadando hasta las 9 de la noche.

Mientras tanto, miro una película de Sandra Bullock, La propuesta. Una historia de editores y libros, que he visto varias veces, siempre placentera. 
Hablamos de armar el finde, y ya parece que salimos sin brújula, o yo así me siento. Igual saldré, lo sé, pero parece que no le encuentro el sentido. Qué difícil es enamorarse, qué incierto es esto de pulular sin saber porqué, para qué, o con quién...



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