lunes, 1 de diciembre de 2014

El olvido

A veces no esperamos reaccionar así, nos agarran con la guardia baja, y nos sentimos como un panqueque de dulce de leche, y nos pueden comer de un bocado.

No tenemos planeado estar lavando los platos y que de repente se nos llenen los ojos de lágrimas. Ni cocinar aunque no nos pase bocado. No queremos levantarnos de la cama y refugiarnos en nuestros libros para no pensar en nada.

Cada cd tiene una letra que nos libera de la magia de sentirnos atrapados, aunque sabemos que nadie nos retiene, que nadie nos piensa, que nadie nos extraña.

Una película es un escape para, por un momento, no pensar en nada. Y cuando ves un programa culinario, pensás qué lindo amasar para él y reconfortarlo.

Pero de pronto recuerdas, que no hay nada, que tienes que reincorporarte, que ese dolor en el pecho tiene que pasarte, y que en realidad, sientes un peso en la espalda que tiene que ver con esa carga amarga que no sabés cuándo va a dejarte o liberarte.

Piensas cuánto durará todo esto, si la espera es eterna, si el olvido es un juego del destino, si tus manos ya no abrazarán las mías, si tu cuerpo ya no esté más junto al mío, y quieres morirte para ya no sentir nada.



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