sábado, 27 de diciembre de 2014

Una brújula en la madrugada

Los rusos de 17 llegaron a 25, y hoy bajaron a 11 entradas, algo así pasó con nuestro encuentro, ya no funcionó como antes. La noche fue un vaivén de rally: de tu casa al primer club, del que salimos antes de que pasara la hora. De ahí, al sitio de la calle empedrada, el taxi repartido entre tres. Volvimos a revivir con la música, pero sobre todo por la onda de la gente, divertirse sigue siendo la consigna, y sin ningún caretaje. 

La luz sigue haciendo su efecto, mi vibración capta y es captada, así voy atrayendo y alejando según este mandato guiado desde arriba. Lo único genuino de la noche fue el abrazo que le di a un amigo cuando me iba, esa necesidad de sentir afecto auténtico, sin ninguna contaminación de sexo, o de intento del mismo.

El desayuno fue lo mejor, esta vez, los manjares fueron más medidos, él sabe que de otra forma, nos va a quitar la silueta.

Vuelvo a casa agotada, con ganas de dormirme hasta parada. Abrazo la cama o la almohada, es lo único abrazable en este momento.

Anoche he visto a mis dos ex de este año, y sin duda, esa clasificación sigue en vigencia: "ex".

Queda otro día del finde, la verdad es que no sé qué hacer hoy. Mi agenda está vacía, nada potable en ella, pero mi humor está bien arriba. Es el último sábado del año, no hay que desperdiciarlo. 

Mientras tanto, las cuestiones del amor siguen pendientes, y las almas afines aún juegan a las escondidas... Ángel de la Guarda ¿podrás decir por mí "Piedra libre"?



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