viernes, 5 de diciembre de 2014

Tarde de telas

Me acomodé del frío amanecer, escribiendo, sacando todo para afuera, una forma de procesar lo que se viene ebullendo.
Una vez que tecleé todo lo que tenía adentro, fue más fácil la ducha, el cambio, el maquillaje (dos líneas para remontar mis ojos achinados y un rouge beige dorado).

El calor nos incendiaba ya a las once de la mañana, me daba más ganas de pegar la vuelta, pero le había prometido a Juli ir a Once a comprar telas para sus diseños.

El aire acondicionado del tren fue un lujo, nos reavivó de la caminata hasta la estación.
Cuando llegamos allá, mientras íbamos de negocio en negocio, recordé a los Gotzer de la serie "Graduados". Ese personaje, Andrés, de la mano de Daniel Hendler, me hizo pensar que aún había posibilidades, que alguien así, como él, incondicional en su amor a Loly, podía existir entre la gente. Una tarde pasé por un kiosco y vi su cara en la tapa de la revista "El planeta urbano". Sin dudarlo la compré, sólo para cortar la foto y colgarla a la vista, como un mensaje, de que aún se puede creer en que alguien así puede jugarse por vos.
Los recursos del ser humano, algo así como en "El secreto", pero una necesidad mucho más intrínseca que eso.

Juli se decidió por un satén violeta, y mientras pensaba en que otros géneros comprar, nos metimos en una pizzería, para cargar combustible y que esa salida fuera algo más que comprar. Brindamos con coca light, por sus vestidos y por el amor, cada una con su tema.
La espera de la comida casera valió la pena, y al rato volvimos a salir de nuevo. "Vamos allá, donde nos atendieron bien" dijo Julieta. Eligió un crepe satén negro, y después de caminar unas cuadras, fue por dos telas más en otro comercio: una fibrana estampada rosa, negro y blanco, y ya cuando nos íbamos se tentó con una gasa plisada de color rojo.
Salimos de ahí y otra vez clink caja, una bikini para la adolescente. Luego dos pares de ojotas... cualquiera diría que queremos ir a la playa. 

Sin dudas, volvimos con otra onda, renovadas, alegres, ya no importaba nada, ni el amor olvidado y no correspondido, ni los 34 grados. Ya estaba lista para salir a la noche, a reconquistar nuevos mundos, a darle un brindis a mi espíritu que se lo tiene merecido hace rato.




No hay comentarios:

Publicar un comentario