lunes, 1 de diciembre de 2014

Juli, la más joven diseñadora

Anoche fue el desfile, Juli había confeccionado un precioso vestido. Ella la diseñadora y modista adolescente, y su modelo un año mayor que ella.

En la tarde estaba algo nerviosa. Le di Flores de Bach. Era la entrega de diplomas, lo que no sabía es que se lo iba a entregar en mano Roberto Piazza, por eso tanto nervio.



Cuando veo que su grupo sube al escenario para el evento, aunque no dejan sacar fotos, voy con la tablet atravesando todas las vallas para tomarle una foto. Cuando se trata de mi hija, no me importa nada, rompo todas las reglas.

El director del instituto, hace una mención especial por ella, explicando que es la más jovencita de todas las graduadas del curso Modista Modelista. Ahí, Walter, el conductor del evento y amigo de Piazza, pregunta cuántos años tiene.

-Dieciseis- responde Julieta.

Carlos, retoma el discurso diciendo que empezó a los 13 años, y que sus compañeras la guiaban, al principio, porque era muy pequeña.
Si supieran que la madre no cose y que si tiene que hacer un dobladillo, corta el pantalón con una tijera, y así sale. Por lo tanto, demás está decir que todo lo que ha hecho en este tiempo es su propio mérito. Hasta se hizo el vestido de quince el año pasado, con un corsé y una pollera, en tono rosa, que le quedó hermoso.





Por mi parte, si hay algo que no tengo es la inteligencia espacial, es decir ubicarme en los planos, así que para mí es chino básico, realizar un molde, luego la tela e intentar unir las partes. Pero mi hija lo tiene todo claro en ese aspecto.
Vuelvo a mi asiento, y me emociono. En ese momento pienso, como tantos otros, que no estás, y las lágrimas me caen sin parar, no por vos, si no por todo lo lindo de este momento.
Estoy tan acostumbrada que ya no me afecta, salvo en ocasiones especiales como ésta, o en esas noches de pequeña, cuando se enfermaba y tenía fiebre, y no tenés esa otra parte que te acompañe y que te apoye.

Mi princesa es un sol, y un orgullo. Una profesora del colegio le ha pedido que lleve unos vestidos que ha hecho a una boutique, porque la quiere presentar para que pueda venderlos, y ella está muy contenta.

-¿Qué van a hacer el finde, van a bailar o vienen acá? -le pregunto, ya que el sábado no han salido porque ha llovido mucho.
-No puedo pensar en eso ahora, quiero dedicarme a mis diseños.
-Ah, bueno
-Quiero empezar a hacer los vestidos que tengo que entregar para el negocio -dijo resuelta.

Pensar que en su época yo me la pasaba pensando en el chico de turno (igual que ahora). Cada día me sorprende más.

En la escuela, salió mejor compañera y mejor promedio (esto último junto a otras dos compañeras). 
Con respecto a las notas, nunca le he exigido un número, no me interesa, y ella lo sabe. Siempre le he dicho: "Lo importante es que apruebes, y que si te va mal, me digas, que si yo no te puedo explicar, tomás clase con un profesor particular y listo". 
Por eso, siempre le he pedido que no se haga mala sangre con las notas, que no es lo importante. Por supuesto, sí, lo es aprender, pero nunca fui exigente en ese tema porque no es bueno presionarlos, no tiene ningún sentido hacerlo. 
Ella, además de ser aplicada e inteligente, tiene la tranquilidad de un hogar, donde es respaldada, donde entre las dos tratamos de pasarla lo mejor posible, reírnos, disfrutar, y si alguna de las dos está de mal humor, lo hablamos, y bajamos un cambio. Entonces, en un clima así, un niño o un adolescente, se siente en paz y tranquilo, y de esa forma puede abocarse al estudio, a prestar atención en clase, y captar y retener lo que aprende, de una manera plena.

Hace poco, en invierno del año pasado, fuimos al Centro Cultural Recoleta donde había una exposición de moda, y tuvo la suerte de encontrarse con el modisto y diseñador a cargo, nada menos que Gino Bogani. Él se sorprendió que siendo tan chiquita, en ese momento, tenía 14, diseñara y confeccionara las prendas. Pues mencionó que muchos estudian diseño pero no saben coser, entonces mucho de lo que inventan no se puede llevar a cabo, porque no tienen ni idea. 
Y le dijo: "Vos cortá, cosé, y no importa si te equivocás. Vos seguí haciendo, que eso es lo importante".
Y cada vez  que reniega con una ropa que tiene que descoser, le recuerdo las palabras de Gino, y le digo: "La perfección no es importante, todos nos equivocamos".



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