miércoles, 19 de noviembre de 2014

Celos, indiferencia y otras yerbas

Ya está, ya entiendo. Cobardes son los que callan en silencio. Fer dice Después de esto, a salir de caravana, no me enganchan más.
Tal vez vos tenés el mismo pensamiento, y esto fue otra parada en tu aventura. No importa, ya da lo mismo. No se puede pedir lo que no quieren darte, ni añorar lo que parece no tener posibilidad de reiterarse.
Cómo es el ser humano, mide todo con la misma vara. Hoy escuchaba a alguien tan celosa, que no podía apreciar que tenía a su novio con ella todos los fines de semana. Sólo se concentraba en las otras mujeres que lo miraban. El amor aprendido en la infancia, era la respuesta a ese comportamiento enfermizo. Su madre siempre prefería a su hermana, no había ojos para ella. Y así creció, y así aprendió a sentir lo que para ella es que la amen: preferir a otra, y no a ella, y a partir de ahí arrancan sus celos inexplicables.
Es que nos miramos en el espejo de nuestros padres. Si nos prestaron atención, nos miraron con amor, así nos sentiremos confiados, y buscaremos un amor muy similar a eso. En cambio, si esa mirada faltó, nos ignoraron de algún modo, nos fijaremos en amores que nos devuelvan la misma indiferencia, la misma ausencia, es decir, la falta.
Y en ese parámetro encajás vos, cuando tus padres trabajaban y te la pasabas solo cuidando a tu hermano, no sabías qué hora era, sólo si era de día o de noche, pero sin noción del tiempo. Y en ese vacío creciste, y así fue el amor que viviste. Por eso, no hay lugar para un amor donde te presten atención, porque no representa tu química. Así que lo tengo más que claro porque te escondés.
Sin embargo, en algo me reflejo, de porqué te busco. Quizás representás esa indiferencia que también viví de mi padre.

Hay un tiempo para todo, y aprender a quererse significa también renunciar a los que nos hace daño. Y también se hiere con el silencio, con la falta de respuesta. Es probable que deba soltarte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario