lunes, 10 de noviembre de 2014

Límites a tiempo

Ante el contraste de las distintas historias, surge la calma. 
Por ejemplo, un hombre lastimado en la espalda por el arañazo de su esposa, aunque en su confusión, piensa que eso es una demostración de amor. 
Otro caso, una madre que al no poder decirle a su hija, gradualmente, lo que le molesta, cuando explota le da un cachetazo, pero esta vez se sorprende cuando la adolescente se lo devuelve. 
En ambos casos, la falta de límites a tiempo, deja que se desborde lo peor del ser humano.
El límite forma parte de cualquier relación sana. Cuando decís lo que pensás, o lo que te molesta, el otro te entiende, te escucha, y puede aceptarlo o no, pero se entera. 
Cuando te guardás todo, o te quedás callado, el otro no registra lo que te incomoda, entonces avanza, poco a poco. Está bien que hay modos agresivos que cualquiera se da cuenta que no debe utilizar, como los dos ejemplos de violencia que cité al principio. Esos son casos extremos. 
Pero en las cosas simples, cuando ponés un límite, te estás queriendo, y también estás protegiendo cualquier relación que entables.

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