viernes, 21 de noviembre de 2014

Salvataje inesperado

Un inmenso desierto de arena, el cielo, el sol que quema. 
El vacío, la nada, el silencio.
No hay nadie, ni un alma.
Los pasos, las huellas.
Y ahí me acuerdo de ese relato, donde alguien se pregunta porqué había pisadas de una sola persona, y era porque Cristo lo llevaba en andas.
Así debe ser en este momento.
No sé si para vos, o para mí.
Quizá para los dos, cada uno por su lado.
Jesús nos lleva en andas, hasta que nos repongamos, y podamos caminar con nuestras propias piernas.
Sin perdernos, sin angustiarnos.
Olvidar, forma parte del crecimiento.
Perdonar, es la esencia del amor universal.
Reconstruirnos es parte del aprendizaje.
Levantarnos para seguir el camino, para atravesar lo que hemos decidido hacer antes de ingresar a este cuerpo.

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