sábado, 15 de noviembre de 2014

Confiar

Recostada, cerré los ojos, y sentí como si me apoyara en la almohada de tu alma. Era tan tierno... 
Esa sensación de que estoy a salvo, y que por un instante nuestros sentires se fusionaban para hacerse eternos.

Mi tristeza drenaba por el canal de tus sueños, de tu comprensión.
Tus miedos se alojaban en el hueco de mis manos, para soltarlos al viento y desperdigarlos hasta deshacerse en el cielo.

Tu boca sólo tenía espacio para mis besos, y así callar mi angustia por no haberte tenido en tanto tiempo.
Tus brazos estaban para contenerme y no dejarme escapar, ya nunca más.

Juntos, sin más fusión que el amor... simplemente eso. 



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