viernes, 7 de noviembre de 2014

Tu afecto aplacó mi sed, por un instante

Es hora de dar vuelta la página, de decir hasta luego (cocodrilo), como dice la canción. Los tiempos de uno, a veces, no son los del otro. Comprender es parte del crecimiento espiritual. Aunque nos duela un poquito el ego... pobre ego... ya encontrará otro umbral donde rascarse.
"No miremos hacia afuera en busca de lo real, sino miremos hacia adentro. Cuando nos concentramos en lo externo, a menudo nos vemos bloqueados por los juicios (esto es bueno, esto es malo, quiero esto, no quiero aquello). Estos juicios pueden mantenernos atrapados en las ilusiones, en nuestro adormecimiento, en nuestros viejos hábitos y normas. Abandona la mente que opina y ve hacia adentro. Allí puedes relajarte en tu más profunda verdad, donde ya se conoce la diferencia entre sueños y realidad" (Osho)
Deseo tu felicidad, también la mía, y tal vez esa sensación de plenitud, de entrega, fue sólo un instante, ese momento de comunión, de encuentro entre dos seres que buscaban una respuesta, una contención, un abrazo tanto físico como espiritual, aunque haya durado sólo un momento, el tiempo que tenía que ser. Unas horas que nos regalamos que quizá nos debíamos de otra vida, y aceptar esto como una copa de agua que alguien te da, cuando estás muerto de sed porque vienes arriando el camino, y estás algo cansado. Entonces, aparece una persona que, inesperadamente, te sorprende al borde del sendero para decirte que puedes seguir con fé, que siempre hay esperanza, que el pasado fue amargo pero fue un aprendizaje, que aún existe gente de buen corazón, que no pierdas la calma. 
Y entonces sientes su abrazo como ese refugio que estabas necesitando, pero ahora sabes que tienes que seguir, que debes salir de la garita de sus mimos y de su charla, para proseguir caminando. Así, das unos pasos, y te das vuelta para sonreírle con el agradecimiento que sientes en el alma.

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