sábado, 22 de noviembre de 2014

Operación rescate

En la meditación me cayeron algunas fichas. Si me quedo así tirada, me ganará la oscuridad, y la verdad es que vine para otra cosa al planeta.
El amor es otra cosa, no consiste en esforzarse, ni en hacer siempre cosas por el otro, en el sentido de salvarlo. El amor es relajarse y llega a tu playa sin que lo llames. Te moja los pies, te suaviza con su espuma, y las olas no te golpean, sólo juegan en tu cuerpo y son refrescantes.
Sé que ahora estoy en un momento de introspección, he podido refugiarme en mis libros, y hasta saqué ese ejemplar que tenía hace casi un año adquirido, sin tocarlo. Anoche encontré unos párrafos valiosísimos. Venimos a este mundo a aprender y sólo podemos hacerlo a través de las relaciones, por eso a veces son dolorosas, porque es la única manera de experimentar y evolucionar en el sentido espiritual.
El dolor forma parte de la experiencia, la cosa es no anclarse en el dolor, sino entender que debemos soltar a las personas y a los sentimientos que nos generaron, y apreciar el momento que ese vínculo duró. No todos encajan en nuestro rompecabezas, habrá que seguir buscando las piezas. 
Hoy puedo elegir quedarme acá, penando en silencio, recostada, inerte, absorta en mis lesiones emocionales, o levantarme, ir hasta la "guardia" y empezar a sanarme el espíritu, la mente, el alma, pero porque quiero hacerlo. Entonces podré salir sin añoranzas, con el sólo propósito de divertirme brindando amor incondicional, sin esperar nada a cambio, sin esconderme en el dolor, sin protegerme en mi imagen desfachatada, sin temer pensando que van a lastimarme de nuevo. Porque en realidad, nadie lo hace adrede, somos nosotros los que decidimos quedarnos donde nos hacen daño, donde resultamos indiferentes, donde no hay una cuota de virtuosidad.
Afuera brilla el sol, abandona esa habitación vacía de tu interior, donde no ha quedado nadie. Sálvate, porque sólo tú puedes salvarte.

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